Estamos hoy aquí como afiliados y aportantes históricos de la obra social, profundamente preocupados por la situación que atraviesa la hoy llamada OSER. Somos un grupo de personas, activos y jubilados, que creemos estar poniendo voz a un sin número de afiliados que se ven afectados por la problemática actual de nuestra querida Obra Social. No hablamos desde la política partidaria. No hablamos desde intereses sectoriales ni personales. Hablamos desde la experiencia cotidiana: la falta de cobertura, los recortes, las demoras, la incertidumbre y el miedo de no saber si mañana nuestra obra social va a responder cuando más la necesitamos.
También queremos dejar algo muy claro desde el inicio: somos jubilados que hemos presentado una denuncia penal formal en Fiscalía, contra las máximas autoridades de la intervención de la obra social, hoy, actuales funcionarios de ésta, por hechos graves que entendemos deben ser investigados por la Justicia. En este sentido les facilitamos el número de expediente de la denuncia, Legajo N°292.228, a cargo del fiscal Gonzalo Badano, como prueba fehaciente de que se presentó formalmente.
No estamos acá para difamar. Estamos acá para preguntarnos qué está sucediendo con nuestra Obra Social, exigir explicaciones y establecer responsabilidades.
UN CAMBIO DE GESTIÓN QUE EMPEORÓ TODO
Queremos ser absolutamente claros desde el inicio: no estamos acá para defender gestiones anteriores, ni partidos políticos, ni gremios, ni personas en particular. Somos conscientes de que IOSPER siempre pudo y debió funcionar mejor. Nunca fue un sistema perfecto, pero sí de carácter solidario, y con representantes de los afiliados en su conducción. Ahora bien, lo que sí cuestionamos es que, para justificar la intervención y la posterior apropiación de la Obra Social creando la nueva OSER, se construyó y difundió un relato oficial, repetido de manera sistemática por el gobernador, funcionarios y legisladores, que presentaba a IOSPER como un organismo devastado por la corrupción, la desidia y el desmanejo. El propio gobernador Rogelio Frigerio llegó a afirmar textualmente: “Cada baldosa que se pisa en IOSPER revela desidia y corrupción.” Sin embargo, cuando contrastamos ese relato con los hechos objetivos, aparece una contradicción que no puede ignorarse. Al final, con esa misma obra social desastrosa: – Las prestaciones existían – La cobertura era más amplia o mayor que la actual – Los medicamentos se entregaban – Los tratamientos se autorizaban – Y, según informes oficiales, durante varios años hubo superávit Es decir, aun con todos los problemas que se puedan señalar del pasado, el sistema funcionaba mejor que hoy. Por eso la pregunta que surge no es partidaria, es lógica y legítima: si antes (según el propio discurso oficial) se robaba tanto, ¿cómo alcanzaba para cubrir prestaciones, había mayor cobertura e incluso sobraba dinero? ¿Y cómo se explica que hoy, con una gestión que se presenta como honesta y transparente, no alcance ni siquiera para sostener lo básico?
LA CONTRADICCIÓN CENTRAL DE LA GESTIÓN ACTUAL
Hoy se nos dice que esta gestión es transparente, honesta y eficiente. Pero la realidad que vivimos los afiliados es muy distinta: medicamentos que no se entregan, demoras de meses en autorizaciones, prestaciones recortadas, estudios rechazados, prestadores que dejan de atender, afiliados abandonados, etc. Entonces surge otra pregunta, igual de legítima: ¿Cómo puede ser que ahora, sin robos y con tanta transparencia, no alcance el dinero ni siquiera habiendo recortado prestaciones? ¿Dónde está el dinero de los afiliados? ¿A qué se destina, si no es a nuestra salud?
