Víctor, el amor y la libertad por Daniel Enz

31-07-2017 Opinion

Víctor Elizalde era un hombre bueno. Como pocos en este oficio del periodismo. Era sano, discutidor como nadie, punzante, perseverante. Y libre. Nunca negoció su libertad. Ni siquiera en la pelea con su enfermedad que le terminó por ganar la batalla de la vida en poco más de un año, en una fría noche del 30 de julio, en el mes de su último cumpleaños. Se fue casi en silencio y sin avisarle a nadie. Como con su enfermedad, a la que peleó silenciosamente y sin asignarle demasiada importancia. Porque como siempre, priorizó su libertad.
Víctor era así. Y no había margen para no quererlo. Porque, además, era un niño grande y lleno de amor. Laurita, su querida mujer, lo cuidó como nadie hasta el último minuto. “Mi Coquito”, le repetía al oído, mientras lo tomaba de la mano. La sonrisa se le dibujaba a Víctor, cuando podía escuchar ese susurro amoroso, pese a estar prácticamente en coma farmacológico en esta última semana, en el Policlínico victoriense, por los dolores provocados por la enfermedad. Ese mal lo aquejaba desde hacía más de un año, pero él no quería preocupar a nadie. Y allí también pegó un grito de libertad. Nunca aceptó iniciar un tratamiento oncológico o perder parte de su cuerpo para esclavizarse con algo anexo. “Ni en pedo”, repitió. Era así y peleó así hasta el final.

Víctor, ese buen hombre de la radio de AM de Victoria, su amada emisora y de ese periódico que hacía en familia, se fue en paz. Rodeado del amor de su mujer, el de su hijo y el de sus queridos amigos. Víctor no precisaba más. Eso que tenía lo hacía feliz.

Se fue un hombre íntegro, sano, luchador, que dejó su marca en el periodismo entrerriano. Se fue un gran tipo, que siempre enseñó mucho con su sabiduría de la vida, su simpleza, frontalidad y coherencia. Se fue un gran amigo, al que extrañaremos eternamente.

Autor Daniel Enz – Director www.analisisdigital.com.ar

Autor: Oscar Arnau