Una militante para la cartera de Salud pública por Carlos Damonte (Uno Entre Rios)

11-06-2017 Opinion

Gustavo Bordet pondrá mañana en funciones a Sonia Velázquez como ministra de Salud de Entre Ríos. Sin que medien acuerdos con los gremios o corporaciones médicas; ni negociaciones con caudillos peronistas siempre ávidos de ocupar espacios en la cartera que sea para alimentar su caudal electoral zonal, el gobernador eligió un cuadro político de perfil técnico en materia de atención sanitaria surgida en la cantera de la Juventud Universitaria Peronista de la década del 80. En otras palabras, pateó el tablero. En cualquier hospital o centro de salud saben quién es, qué hizo y qué impronta pretende para la gestión pública. En ese sentido arranca su gestión con crédito a favor.

Trabajadora social de profesión y dueña de un mosaico de capacitaciones de rango internacional, la ministra designada asume con un bagaje de obligaciones que no ignora, es más, conoce al dedillo por imperio de su misma trayectoria. Basta con dar lectura a su currículo divulgado ayer en el sitio oficial del gobierno: aportó sustancia al peronismo desde 1987 a esta parte.

En definitiva, el nombramiento insufla optimismo a trabajadores y profesionales de la salud pública entrerriana. Al menos tal descripción se desprende de la consulta hecha ayer por este diario apenas se conoció la noticia. A nadie le resultó inmerecida la designación, empero hubo quién destacó la osadía de Bordet para poner al mando de la cartera más caliente del momento a una mujer que no sabe mucho de concesiones a corporaciones y sindicatos, tan afectos al cabildeo para obtener beneficios sectoriales. En otras palabras, el gobierno parece bien dispuesto a ir al conflicto con los ojos abiertos contra federaciones médicas, proveedores de insumos y demás entenados.

Quizá la razón de la flamante designación también pueda explicarse como un necesario contrapunto a la efervescente salida de Ariel de la Rosa. El ahora exministro quedó embretado entre los compromisos con sus padrinos políticos y el deber con la salud pública. Acabó por renunciar minutos antes de ser imputado por coacción a una de sus funcionarias.

Autor: Oscar Arnau