Hace aproximadamente una década, cruzó mi camino una joven imbuida de un sueño palpable, un anhelo por contribuir al mundo con sus virtudes, pero que se encontraba atada a la espera. Aguardaba ser descubierta por un tercero, que alguien la guiara de la mano y le susurrara su valía, talento y creatividad. Esta visión le instigaba a anhelar la senda trazada por otros, aguardando que le concedieran la oportunidad de expresarse. Esperaba ser contratada o recibir un puesto jerárquico que validara sus habilidades. Esta espera pasiva la condujo hacia la depresión, el fastidio, el mal humor y una reducida de tolerancia para con los demás. Se tornó opaca y retraída, secándose como una planta desprovista de luz y agua, y, tal cual, no lograba ofrecer nada gratificante. Sumida en este estado, enfermó, embargada por la sensación de una vida carente de propósito.
Pero un día, alguien regó sus raíces. Rayos de luz tocaron su ser, desatando una corriente de energía desconocida, una sabiduría innata que yacía en su interior. Esta virtud no estaba extraviada entre los demás, ni se hallaba en el reconocimiento externo. Residía dentro de ella, ignorada hasta entonces. Era una energía que crecía con el simple autoreconocimiento.
Así, poco a poco, comenzó a perdonar y en ese perdonar a perdonarse y a sentirse merecedora por el simple hecho de haber nacido, comenzó a sanar. Aprendió a vivir conforme a su esencia, abrazando su creatividad y liderando su propio camino. Dejó atrás la búsqueda exterior de validación, comprendiendo que había encontrado algo más valioso: el reconocimiento interno. Descubrió que la inspiración aguarda en cada rincón, disponible en cualquier momento de la vida: en conversaciones con seres queridos, en su labor diaria e incluso en interacciones efímeras, como un cruce de palabras con una cajera del supermercado o un instante de contemplación de un atardecer. Encontró satisfacción en contribuir, en añadir valor sin esperar retorno inmediato. Su creatividad, largamente anhelada, resurgió con fuerza. Entendió que la creatividad no se adquiere, sino que se halla en cada individuo, aguardando ser liberada, permitida y confiada, incluso en medio de las dificultades.
La protagonista de esta historia soy yo misma. En el presente, me dedico a no perder la oportunidad de conmover cuantas almas se crucen en mi camino. No aguardo títulos ni posiciones para sentirme líder de mi propia vida, ni dependo del reconocimiento externo para afirmar mi valía. Mi propósito radica en brindarte las herramientas para despertar tu propia creatividad y liderazgo. Aspiro a acompañarte en el descubrimiento de tu potencial y, a su vez, a ayudarte a guiar a otros en su búsqueda de autenticidad.
Hasta acá llego con el prólogo de mi nuevo viaje; escribir un libro. Un libro que sirva como herramienta para generar más confianza en uno mismo de manera práctica.
Y es un honor para mi que me acompañes, si deseas puedo compartir con vos los borradores, después de todo el libro no es para mi, es para vos.
Contame si deseas acompañarme leyendo y comentando los avances!!
Te abrazo!!
Nati.
