Trump vs. Biden: La campaña con mayor participación electoral en los últimos 100 años Por Leandro Bruni*

09-11-2020 Opinion

Tras cinco días de escrutinio, y aún el proceso en marcha, el candidato demócrata Joe Biden ha alcanzado la cantidad de electores necesarios (más de 270) para consagrarse como el próximo presidente de Estados Unidos. Donald Trump, el presidente cuyo mandato concluye en enero de 2021, no logró su reelección y así pasa a integrar un selecto y mal visto grupo: solo cuatro presidentes (H. Hoover, G. Ford, J. Carter y G.H.W. Bush) en el último siglo no han logrado su reelección. Cabe aclarar que, en un presidencialismo, la tendencia es que el presidente en ejercicio sea relecto. Tiene, para ello una ventaja comparativa respecto a sus adversarios, por disponer de los propios “resortes” del poder.
Si bien existen elementos comunes que se repiten campaña tras campaña, algunos cobran un mayor protagonismo, volviendo cada contienda electoral única. En esta campaña atípica, dos de ellos son de sumo interés y cabe repasarlo: la participación electoral y la polarización.
La participación electoral hizo la diferencia
Con la óptica de la Argentina es difícil entender que el voto no sea obligatorio. Este es uno de los factores más importantes en el diseño de las estrategias electorales en Estados Unidos. Los candidatos no solo tienen que lograr persuadir a los electores, defenderse de sus adversarios y atacar cuando sea oportuno, sino que tienen que priorizar –en el caso de convenirles- movilizar a los electores.
Es sabido que, en esta contienda, el equipo de Trump no buscaba que más estadounidenses votasen, ya que, de hacerlo, era posible que se inclinasen por los demócratas. El objetivo era que vayan a votar los que suelen ir, es decir, un porcentaje mayor de republicanos que demócratas.
Con la llegada del Covid-19 y el aislamiento social, todo parecía indicar que la participación electoral se vería reducida, ya que por miedo o una dificultad mayor en la asistencia, el incentivo de votar sería menor. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Si tomamos el promedio de participación electoral desde el año 2000 a la fecha, el promedio es de 55,28%. Según los datos que se conocen al momento, la participación electoral fue de 66.9%, una cifra que no solo supera la media en los últimos 20 años, sino que, ¡la más alta en los últimos 100 años!
Para ver un número tan alto como el mencionado, habría que remontarse a la contienda de 1900, cuando la participación electoral alcanzó el 73.2% (ver Gráfico 1).
Hay que tener en cuenta que otra particularidad del caso estadounidense, es que el voto se puede emitir en las urnas el día de los comicios (al igual que en Argentina), pero también –dependiendo el estado (provincia)- se puede votar anticipadamente o por correo.

Grafico 1 BRUNI

La polarización: una tentadora estrategia, pero de doble filo
Un segundo elemento destacable en esta contienda electoral ha sido la polarización. Es usual escuchar que la polarización se ha incrementado en las últimas décadas, de manera generalizada. Sin embargo, al analizar y comparar las tendencias, la polarización, más que un fenómeno actual, es un viejo conocido en la política. En términos generales, de lo que se trata, es de generar antagonismos, fragmentación electoral, y facilitarles a los electores la cognición respecto a imágenes, propuestas y valores.
Si entendemos que una forma mínima de medir polarización es a partir de la suma de los votos obtenidos por el ganador y el primer perdedor en cada contienda, en Estados Unidos este valor es muy alto. No necesariamente es una sociedad con mayor confrontación que otras, sino que remite al hecho de que dos partidos son los más eficientes en termino de competición electoral: los demócratas y los republicanos. Entre ellos se reparten casi la totalidad de votos.
Según los resultados actuales, la polarización de esta contienda, es decir, la sumatoria de los votos obtenidos por Biden y Trump, suma 98.4% del electorado. Si bien no es la más alta de los últimos 20 años –como sí lo fueron la contienda de 2012 (99.16%) y 2004 (99%)-, sí superó el promedio de polarización obtenido desde el 2000 a la fecha (97.6%).

Grafico 2 BRUNI

Evidentemente el estilo de Trump se apoya en una estrategia de polarización. Si bien esta puede ser muy efectiva, ya que lo ha logrado posicionar en el centro de la agenda, primero de republicanos y luego de toda la sociedad, lo cierto es que tambien puede conllevar un riesgo. En esta eleccion, los adversarios de Trump se han visto confluir detrás de Biden, unificando así las fueras para vencerlo. En otras palabras, es posible que el odio o el miedo de muchos votantes por Trump, haya sido un incentivo suficiente para votar a un candidato insulso y poco carismático como Biden.
El incierto legado de Trump
Estados Unidos está frente a un traspaso presidencial. Si bien por estas horas el actual madatario no ha reconocido su derrota y, con ella, la victoria de su adversario, todo parece indicar que el tirunfo de Biden es irreversible y que nuevos aires soplarán en el pais con el mayor PBI mundial.
El paso de Donald Trump por el 1600 de la avenida Pensilvania marcó una freve pero intempestiva epoca, caracterizada por un estilo confrontativo, disruptivo e imprevisible. Desde su xenofobia (particularmente con los mexicanos) y misoginia, hasta su contante desdén por aquellos esfuerzos de dialogo en instituciones internacionales (Acuerdo de París sobre el cambio climatico, la OTAN y la OMS, por nombrear algunos ) y su confrontación con China, el peligroso legado de Trump aún está configurandose. Solo el tiempo que viene nos dirá cúanto de su estilo quedó en la sociedad y cómo lo expresarán sus “heredes”.
*Consultor político. Sociólogo, politólogo y docente UBA y UCA.

Autor: Oscar Arnau