«Nos quieren llevar a un lugar que no existe» Por Federico Kucher

24-03-2024 Opinion

 

La Argentina no era potencia mundial hace cien años, no tenía superávit fiscal y en aquel momento el Estado jugaba un papel destacado.

La Argentina atraviesa una época bisagra en la que se ponen en disputa conceptos centrales para coordinar la sociedad. El rol del Estado, la planificación económica y la distribución de los ingresos están jugando un partido a todo o nada contra los intereses del mercado y los hombres de negocios del sector privado.

El gobierno sostiene en forma metódica un relato de futuro que requiere un análisis cuidadoso. Se asegura que la Argentina volverá a ser una potencia mundial si sigue un proyecto basado en comportamientos individuales y de libremercado. Es decir, si retoma el modelo de país trazado a inicios del siglo pasado.

Esta afirmación supone sin dejar lugar a dudas que la Argentina era potencia a inicios de 1900 porque no tenía el pie del Estado aplastando la cabeza de los privados. ¿Pero el país era realmente una de las economías líderes del mundo en ese momento?

El poeta persa Omar Khayyam en los Rubaiyat tiene una frase oportuna para organizar la respuesta: “no hay verdades absolutas pero sí mentiras evidentes”. Con esta lógica, la semana pasada se realizó en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA un encuentro más que interesante para desplumar el relato del libremercado.

La charla fue interdisciplinaria y participaron economistas heterodoxos, entre los cuales estuvo el propio gobernador de la provincia de Buenos Aires. Axel Kicillof conversó ante el auditorio con un tono que rememora su época de investigador y de profesor de historia del pensamiento económico en la universidad pública.

Proyecto destructivo

“Argentina podrá tener muchos problemas pero volver a 1896 no soluciona ninguno de ellos. Creer que esos años fueron un paraíso perdido o la época de oro del país es un callejón sin salida. Ser una potencia mundial en base a exportar materias primas por parte de una élite o oligarquía muy reducida no sólo no es posible sino que es un proyecto destructivo para la sociedad”, planteó.

“Esto no quiere decir que la propuesta no pueda implementarse. Existen intereses profundos y poderosos que quieren que Argentina se dedique únicamente a la exportación de su materia prima. Pero no es un buen proyecto para el país, no es un buen proyecto para la mayoría y no te convierte en primera potencia mundial. Lo que hay que discutir es que nos quieren llevar a un lugar que no existe”, aseguró.

A lo largo de la charla, se mostraron distintos datos duros que desarticulan la idea de que el país era un líder de la economía mundial a principios del siglo pasado. Se mostró que el PIB per cápita no era de los más altos y al mismo tiempo que las condiciones de vida de la población eran muy inferiores a las de países como Estados Unidos o Gran Bretaña. A su vez, se desmintió la idea de que el Estado no ocupaba ningún rol.

El doctor en economía Pablo Wahren fue uno de los expositores que se concentró en este último punto. “El Estado fue central para generar las condiciones de acumulación en el modelo agroexportador”, consideró. Fue clave en las inversiones en puertos y ferrocarriles y jugó un papel destacado en la expansión del territorio. “También participó activamente en la atracción de inmigrantes, al punto de pagar pasajes para aumentar la fuerza laboral. Ni hablar de la escuela pública, laica y gratuita”.

Entre los distintos datos que ofreció uno de los más impactantes se refiere al balance de las cuentas del sector público. “Se plantea que la decadencia Argentina empezó en 1916, cuando asumió Yrigoyen. La culpa de todos los problemas del país sería por la recurrencia del déficit fiscal. Sin embargo, en los 50 años previos a Yrigoyen, que supuestamente fueron de mayor progreso para la Argentina, hubo déficit fiscal en 47 años. Esta es toda una paradoja del discurso liberal”, aseguró Wahren.

En el cierre del evento, Kicillof dejó un punto interesante para abrir el debate. Consideró que el discurso del gobierno al menos reivindica una etapa histórica (la del modelo agroexportador) y una escuela de pensamiento económico (la austríaca), que sería la vía para volver a “la época añorada de la Argentina”. Consideró que esto por lo menos posibilita discutir sobre el proyecto de país que se quiere. “En el macrismo directamente hubo una negación de la historia y de las teorías económicas”, cerró.

Autor: Oscar Arnau