Ni el tiro del final por Manuel Lazo (*)

13-09-2016 Opinion

La Expo Prado, homónima de la exposición que anualmente se realiza en la Sociedad Rural de Palermo, fue el escenario elegido por el embajador argentino en Uruguay para anunciar que “se está trabajando en un proyecto del puente al que estamos viendo como una obra binacional. Ya se trabaja en eso” aseguró Guillermo Montenegro quien se encontraba acompañado por la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.
Para que no quedaran dudas, el embajador argentino en Uruguay agregó que «los ingenieros están trabajando sobre el proyecto», y señaló que “la zona que se está considerando es la de Zárate-Brazo Largo.
El diplomático no especificó cuál es el punto que se considera como cabecera argentina de la mega obra. De todos modos, siempre y cuando la provincia de Buenos Aires no quiera impulsar acciones de desconocimiento del límite apelando a la ley 8153 del diez de enero de 1974 por la que la provincia de Buenos Aires dispuso la derogación de la ley 7260 de 1966, el límite sigue siendo el canal de navegación del Río Paraná, es decir, el Paraná Guazú. De ese modo, la cabecera del lado argentino estaría emplazada en el espacio geográfico de Entre Ríos.
Un nuevo puente binacional que una ambos países, con la provincia de Entre Ríos, a la altura de Zárate con el departamento de Colonia, al norte de Nueva Palmira requerirá la intervención de la Comisión Administradora del Río Uruguay en el marco del Estatuto del Río Uruguay, ya violado por la República Oriental del Uruguay con la decisión unilateral de autorizar la instalación de una pastera en Fray Bentos. Esto solo podría evitarse si la mega obra “volara” por el sobre el río, cosa que parece improbable ya que inevitablemente los pilotes deberán establecerse en el valle inundable, espacio de grandes humedales que acusarían un fuerte impacto ambiental que deberá considerarse.
Tras el anuncio, adquiere una extraordinaria vigencia el artículo que en el año dos mil publicó en el Diario La Nación el periodista Daniel Tirso Fiorotto luego de la visita que hicieron a Entre Rios integrantes del grupo empresario SORS (Special Organizative Services) encabezados por elpresidente de dicha consultora, José Flory. El colega sostenía hace dieciséis años que “la cabecera argentina del puente proyectado estará en la desembocadura del río Gutiérrez, en el río Uruguay, y la uruguaya en el lugar donde desembarcaron los 33 Orientales para iniciar la liberación de la República. Hay sólo dos kilómetros de distancia allí, en el tramo donde el río de los pájaros se estrecha notablemente para desembocar en el Río de la Plata. Esa angostura será aprovechada para trazar la nueva obra, que se sumará a las que ya vinculan Concordia – Salto; Colón – Paysandú, y Gualeguaychú – Fray Bentos. El puente será tendido exactamente desde el punto sur de una isla situada en la desembocadura del Gutiérrez, en el Uruguay, llamado Punta Izquierda, hasta Punta Chaparro, sitio histórico (sino sagrado) para el pueblo oriental. Como se ve, resulta imposible señalar un enlace vial en esta zona sin recordar no sólo aquel desembarco de los 33 sino una cantidad de sucesos históricos que marcaron fuerte a los rioplatenses y, muy especialmente, al pueblo de José Artigas.
En el territorio entrerriano se trata de un paraje poco menos que inaccesible, habitado por un puñado de familias de pescadores y encargados de quintas casi abandonadas, donde reinan los pajonales, los ceibales y los bancos de arena. Los lugareños de esta orilla afirman que no se pesca mal, y los de la otra banda no ven más que islas para el oeste, más el resplandor nocturno de los puentes de Entre Ríos con Zárate.
La construcción de un puente internacional casi en el límite de Entre Ríos con Buenos Aires provocaría un cambio radical en esas islas en sólo dos años, y achicaría la distancia entre la capital argentina y Montevideo en más de ciento cincuenta kilómetros”.
No se trata sin embargo, de la generosa acción de tender puentes que reafirmen lazos que coadyuven a restañar las heridas abiertas por la aceptación unilateral de la transferencia de industrias sucias. Es mucho más que eso. Hay razones de geopolítica que hacen suponer que nuestro país está dispuesto a ceder el manejo regional a la República Oriental del Uruguay, pretensión puesta de manifiesto por el gobierno de Tabaré Vazquez con el proyecto de la exclusa San Antonio al Sur de Salto.
Con cada mega obra que se proyecta vuelven a agitarse también los fantasmas de los grandes lobbys que no saben de valores patrióticos ni humanistas porque los moviliza solamente el interés económico, generalmente al servicio de las grandes potencias del mundo. Habría que preguntarse si en este proyecto no está interesado un grupo que hasta ha sido proveedor de la flota pirata que ocupó Malvinas.
Aunque resulte necesario hacer una mirada amplia sobre el anuncio que acaba de hacer en Uruguay “nuestro” representante argentino, no podemos dejar de observar en una consideración primaria no solo el impacto ambiental en los humedales sobre los que se emplazaría la obra, sino también el costo social y económico que pagarán los pueblos de todo el corredor del Río Uruguay del lado Argentino y hasta el de la ruta dos en el vecino país. Estaciones de servicio con paradores, campings, hoteles, pequeñas empresas familiares dedicadas a las ventas de productos regionales y cuanto emprendimiento de servicios se establecieron a lo largo de cientos de kilómetros. El turismo será uno de los vectores económicos que se verá seriamente afectado en caso de prosperar la iniciativa. No se puede entonces desconocer el perjuicio que la obra puede provocar a los pueblos que en el marco de una profunda reconversión económica y productiva, desde el límite mismo con Buenos Aires, apostaron fuerte a esta industria que tantas fuentes de trabajo ha generado.
Si como ha anunciado el embajador argentino se ejecuta dicho emprendimiento, asistiremos otra vez al avasallamiento de un federalismo que solo habita el espacio de la retórica. La formación de una megalópolis se llevará puestos los sueños federales como ha hecho siempre a lo largo de la historia el poder porteño.
Está en nosotros, los entrerrianos, la decisión de evitar estas acciones maquilladas de hermandad y progreso que nos conducen siempre al costo de nuevas frustraciones y fracasos, tantos que si seguimos sumando “ni el tiro del final nos va a salir…”

(*) Periodista AM LT 41 Radio Gualeguaychú

Autor: Oscar Arnau