Lo que nos cuesta sostener la ganancia empresaria

08-11-2021 Opinion

En el medio de una crisis económica que afecta el bolsillo de la enorme mayoría de los argentinos, los balances de las grandes empresas que cotizan en bolsa, marcan que los monopolios y oligopolios que operan en el país, están dejando por el piso a la economía de las mayorías. Piden más y más, pero los empresarios viven en un cumple.

Construir previsibilidad en la macro. Estimular el clima de confianza. Establecer reglas de juego claras. Proporcionar incentivos para generar trabajo. Fomentar la colaboración público-privada. Fomentar una fiscalidad equilibrada para alentar las inversiones. Impulsar el diálogo social. Mejorar la competitividad. Establecer reglas de juego claras. Edificar una legislación laboral para el trabajo del futuro. Eliminar trabas para la contratación. Promover la seguridad jurídica. Generar riqueza, crear trabajo, liderar el futuro.

Podríamos ocupar páginas y páginas con lugares comunes escuchados hasta el hartazgo en cualquier encuentro público que celebran la clase dominante de este país. Y sí, la clase dominante, porque bien vale señalarlo, los protagonistas de imponer hegemonía en el modelo de desarrollo nacional, no se concibe como clase dirigente empresarial. Por el contrario, se piensa, se sueña, se ambiciona, como clase dominante.

Un puñado de grupos económicos, monopólicos u oligopólicos en sectores estratégicos del desarrollo nacional, han consolidado un dispositivo incrustado en la economía nacional que les permite quedarse con la parte más importante de la riqueza.

Lo hacen mientras lloran por los altos impuestos, y son los reyes de la evasión. Lo hacen mientras se quejan por el “costo laboral” y pagan salarios que, medidos en dólares, son de los más bajos de la región.

La clase dominante de la Argentina, además de colonialista por su capacidad de subordinarse al diseño de la distribución internacional del trabajo pensado por las corporaciones multinacionales; es profundamente miserable, al demostrar un desprecio crónico por la calidad de vida que tienen la mayoría de compatriotas que habitan su mismo suelo.

Sin ir mas lejos, en plena pandemia, han registrado una rentabilidad escandalosa que le termina por costar a los argentinos y las argentinas 10 puntos de inflación. La que a vos te falta en el bolsillo, se la quedan los empresarios.

El tiempo de los vivos

Un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas señala que “Las ganancias empresarias le cuestan a los y las argentinos/as más de 10 puntos de inflación”.

El estudio constituye un análisis de las principales variables de los balances contables de las empresas más grandes de la Argentina que cotizan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, elaborado por Claudio Lozano y Javier Rameri.

Durante la pandemia, diversos sectores de la cúpula empresarial, han expandido sus ventas en línea o lo han hecho por encima de los valores inflacionarios. El estudio marca que dichos sectores son electrónica (161%), agropecuarias (75%), autopartes (75%), farmacéuticas (59%), industria del vidrio (52%), comercio (40%), financiero (39%) y alimentos y bebidas (36%).

Las mayores ventas, explican los autores, se explica en que “La preponderancia del negocio financiero que creció durante la gestión de Cambiemos al amparo de las altas tasas de interés, durante la pandemia sostuvo su protagonismo por la vía de la expansión del crédito para contener la situación social y productiva y también gracias a las utilidades provenientes del financiamiento al sector público. Las características de la crisis y el direccionamiento del gasto hacia lo esencial fueron aprovechadas por ciertos sectores como el agropecuario, el rubro de la alimentación, farmacéuticas y grandes comercializadoras.”

A pesar de esa expansión, el sector empresario ha venido reclamando medidas de auxilio durante la crisis, fuertemente atendidas por el Gobierno Nacional, apoyados en la capacidad que evidenciaron de mostrar en sus balances una caída en la ganancia neta.

“Si bien el resultado bruto aumentó en un 22%, la ganancia neta verificó una caída pronunciada conforme al comportamiento fuertemente negativo de los componentes financieros (-185%), en particular las pérdidas por variaciones en el tipo de cambio que registró una caída del 788% vinculado, posiblemente, al mayor endeudamiento de las firmas en moneda extranjera” señala en forma técnica el informe.

Sin embargo, luego apuesta por la picardía utilizada para llegar a esos números, y señala “Una de las hipótesis consiste en suponer que, en el marco de las restricciones cambiarias, un mecanismo alternativo de giro de utilidades y fuga de capitales para las empresas de mayor tamaño estuvo asociado al endeudamiento en dólares con empresas del grupo o casas matrices con el fin de transferir vía interés divisas al exterior. Sólo la tenencia de pasivos dolarizados por encima de los activos podría explicar que, por la devaluación, la diferencia de cambio fuera fuertemente desfavorable.”

Entre monopolios y oligopolios

El informe revela la posición oligopólica que existe en, por lo menos, 6 ramas estratégicas para la producción nacional.

El dato es elocuente:

– 3 empresas concentran el 85% de los despachos de cemento (Loma Negra, Holcim –ex Minetti- y Comodoro Rivadavia).

– 1 empresa concentra el 57% de la producción de acero laminado caliente y el 98% de la producción de planos laminados en frío (Ternium del grupo Techint)

– 1 empresa concentra el 98% de la producción de aluminio (Aluar de Madanes Quintanilla, que recientemente obtuvo una reducción en la tarifa de gas).

– 1 empresa concentra el 43% del mercado de las telecomunicaciones -telefonía, internet, etc- (Grupo Clarin / Telecom ).

– 2 empresas concentran el 78% de la producción de celulares, 64% de la producción de autopartes, el 40% de televisores y el 39% de aires acondicionados (Newsan y Mirgor del chanta de Caputo).

– 5 empresas concentran el 80% de producción de gas.

– 5 empresas concentran el 50% de generación de energía eléctrica.

“El panel de 80 empresas cotizantes en la Bolsa muestra la presencia de pocos actores en varios sectores de actividad dentro de la cúspide del poder económico. Se verifica que diez empresarios poseen 27 de las firmas de mayor facturación del país –el 35% de la facturación- dando cuenta de un fuerte proceso de concentración y centralización de capital que tiene efectos nocivos en la fijación de condiciones de producción y precios en la economía general. Un caso típico es el de la siderurgia (en planos y no planos) donde dos empresas de Techint fijan los precios de este insumo básico para infinidad de producciones de la industria manufacturera” destaca el informe para graficar aún más el sentido cartelizador de la clase dominante que opera en el país.

En definitiva, la configuración de la cúpula da cuenta de un claro sesgo de concentración económica conforme al predominio de monopolios y oligopolios en mercados estratégicos. A ello, se suma la importancia de la extranjerización y transnacionalización del capital y la evidente conglomeración que implica que pocos grupos empresarios, y sus dueños, controlen múltiples empresas en diferentes sectores de actividad, pertenecientes a una mismo o varias cadenas de producción. El rasgo de la conglomeración, que caracteriza a cerca el 50% de la elite empresaria, es una forma de organización empresarial que tiene suma importancia por sus efectos condicionantes en la estructura económica argentina.

CREDITO:  INFONATIVA

Autor: Oscar Arnau