La ofensiva mediática de Macri y el FMI para acorralar a Alberto Fernández Por Ernesto Tiffenberg

29-08-2019 Opinion

Los ataques al candidato del Frente de Todos después de su reunión con el FMI, donde no aceptó asociarse al fracasado acuerdo de Macri con el Fondo, sirvieron de marco para los anuncios de Hernán Lacunza, que insistió en descargar responsabilidades en la oposición.

Como un boxeador aturdido por los golpes, Mauricio Macri busca abrazarse a Alberto Fernández para no caer antes de que suene la campana.

El abrazo no es sólo simbólico. Macri quiere asociar al candidato opositor con el absurdo acuerdo que él firmó con el Fondo Monetario Internacional .

En estas horas se asiste a una trascendental pelea por la construcción del sentido común. El Gobierno, a través de todo el periodismo adicto, trata de instalar la idea de que, en medio de la debacle económica, lo mejor que le puede pasar a los argentinos es “unirse” para respetar el acuerdo firmado por el Gobierno con el FMI. De esa manera, aseguran, se garantizaría el desembolso de los 5400 millones de dólares prometidos para setiembre y se evitaría, o por lo menos postergaría, otra corrida cambiaria.

La “unidad” reclamada tiene nombre y apellido, Alberto Fernández. Y si el candidato opositor no consintiese a dar su palabra de que seguirá adelante con el fracasado plan económico del actual gobierno, que de eso se trata el acuerdo con el Fondo, dejaría de ser un respetable “moderado” y se transformaría otra vez en lo que esos mismos medios y voceros aseguraban que era antes de las PASO: un miserable hipócrita que pone sus intereses sectarios por sobre los de sus sufridos compatriotas.

Las presiones, amenazas y cantos de sirena son irresistibles. Por suerte para él y más de 40 millones de argentinos, Fernández resiste.

La renegociación con el FMI

Lo que viene diciendo el Frente de Todos, y quedó reafirmado en el comunicado que difundió después del encuentro con la misión del Fondo, es que el futuro gobierno deberá renegociar el acuerdo de Macri con el FMI.

No está solo en esta idea. Lo mismo dijeron el candidato que llegó tercero en las PASO, Roberto Lavagna , y Carlos Melconian, el economista ortodoxo que más sonaba como futuro ministro de Hacienda de Mauricio Macri , si éste conseguía la reelección. El miércoles, se sumó resignadamente el propio Hernán Lacunza, cuando anunció la reestructuración de la deuda y el inicio de negociaciones para redefinir lo firmado.

Nada de todo eso resultó inesperado. En las entrañas del poder económico, todos saben desde hace tiempo que el acuerdo firmado por Macri y el FMI, incumplido reiteradamente por la administración de Cambiemos, tenía fecha de caducidad el día que se resolviese la disputa electoral, cualquiera hubiese sido su resultado.

Lo único que estaba en duda era si ese día caía 27 de octubre o 24 de noviembre. El Fondo comprometió el crédito más alto de su historia para que el Gobierno llegase sin corrida bancaria hasta esa fecha. Cumplido el trámite electoral, en primera o segunda vuelta, llegaba el momento del sinceramiento: más devaluación y más ajuste. Si ganaba Macri, como quería el Fondo, por las buenas; si perdía, por las malas.

La única sorpresa fue que el resultado se adelantó. Los números de las PASO fueron tan contundentes (16 puntos de ventaja para el Frente de Todos, que además alcanzó casi el 50 por ciento de los votos si se miden como se hará en octubre), que todo el mundo entendió que no había posibilidad de marcha atrás.

Así como se adelantó el resultado, se adelantaron sus consecuencias: como estaba previsto, el dólar saltó a 58 pesos y temblaron los mercados de deuda. A pesar del griterío acusador de Macri, que busca asociar su fracaso económico al triunfo opositor, esos 58 pesos son los mismos a los que, antes de las PASO, se vendía el dólar futuro para diciembre (cuando “el mercado” suponía que ya estaría decidido el nombre del futuro presidente).

La operación pro FMI

Para construir ese sentido común “pro FMI”, el establishment mediático instaló dos debates alrededor de la reunión de Fernández con la misión del Fondo.

El primero es sobre si se habló del “vacío de poder” y, consiguientemente, del adelanto de las elecciones.

Página/12 ya informó que el propio comunicado del Fondo discute más los términos que se utilizaron que el fondo (valga la redundancia) de lo que se conversó . Pero quizá sea mejor recurrir a las palabras de Joaquín Morales Solá, insospechado de cualquier animosidad con los visitantes: “Lo que sí expresaron los funcionarios del Fondo es su preocupación por la incertidumbre electoral. Señalaron que nunca vieron una situación como la argentina, donde hay un candidato que ganó una elección presidencial, pero que no es presidente electo, y donde gobierna un presidente que perdió la elección, pero que no está definitivamente derrotado.” Cualquiera que afirme que esa descripción no se puede resumir como “vacío de poder” tiene un problema de comprensión de textos.

Como ya se dijo, y se corroboró con el seco comunicado del miércoles, los enviados del Fondo saben que las conversaciones con Lacunza no tienen mayor sentido y que la verdadera negociación es la que está empezando con Alberto Fernández. Y se desesperan cada vez que el candidato del Frente de Todos no cede a las presiones y les recuerda que hasta que no sea por lo menos presidente electo, o sea después del 27 de octubre, nada puede hacer al respecto, y que las tratativas oficiales serán hasta el 10 de diciembre con el gobierno legal encabezado por Macri. Recién entonces, lógicamente, empezaría el verdadero toma y daca, cuando la nueva administración conozca de primera mano las lamentables condiciones en que el PRO dejará al país.

En medio de las educadas pero reiteradas presiones de los miembros de la misión del Fondo para forzar en la reunión imprudentes definiciones del todavía candidato, Alberto Fernández tuvo la amabilidad de explicarles, en su habitual estilo de profesor universitario, que un adelantamiento de las elecciones, la única manera legal de apresurar los tiempos de “incertidumbre electoral”, era de muy difícil concreción.

El artículo 95 de la Constitución Nacional establece que “la elección se efectuará dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del mandato del presidente en ejercicio”, por lo que la fecha más cercana para hacerla sería el domingo 13 de octubre, apenas dos semanas antes de lo programado. Cualquier adelantamiento mayor implicaría que Macri no podría cumplir con su premio consuelo de ser el primer presidente no peronista que consigue terminar el mandato previsto por esa misma Constitución. De este comentario derivó todo el palabrerío posterior.

La pulseada por el Comunicado

La segunda discusión instalada en los medios es más sustantiva y está centrada en el comunicado difundido por el Frente de Todos apenas terminada la reunión .

En tono didáctico, en él se explica que el acuerdo con el FMI fracasó en sus cuatro objetivos: recuperar el crecimiento (la economía cayó 1,7% desde la firma), generar empleo para combatir la pobreza (que ya supera el 32%), reducir la inflación (que se disparó al 53,9%) y bajar la deuda pública (que subió 29 puntos porcentuales del PBI).

En ese marco, aclara que “el programa económico que impulsa el Gobierno Nacional no refleja ninguna de las prioridades establecidas en la plataforma del Frente de Todos. Tampoco existen coincidencias con las recomendaciones de política impulsadas por el FMI”, y destaca que Fernández “reiteró su preocupación por el hecho de que los créditos otorgados por el FMI al Gobierno Nacional hayan sido utilizados, en gran parte, para financiar la salida de capitales”.

En este punto muestra la primera carta que un nuevo gobierno puede jugar en su discusión con el Fondo: “Este fenómeno (el financiamiento de la fuga) constituye un incumplimiento flagrante a lo dispuesto por el Artículo VI del Acta Constitutiva del organismo cuyo primer párrafo dispone que ‘ningún miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital’.”

Alberto Fernández nunca le dijo al Fondo que no envíe los famosos 5.400 millones de dólares, simplemente dejó claro que ese desembolso, como todos los anteriores, no estaría destinado al desarrollo de la economía argentina ni al bienestar de sus habitantes, sino solo a acompañar el viaje al vacío de su elite gobernante. Los anuncios de Lacunza sobre el inicio de la renegociación de la deuda con el FMI son una forma implícita, aunque después de volver a insultarlo, de darle la razón al candidato opositor.

En su violenta descalificación de la posición adoptada por el Frente de Todos, todo el aparato mediático oficial y oficialista corre desde ya a tomar partido por el Fondo antes de que la negociación siquiera se inicie.

Mucho se especuló sobre cómo afectó a los principales medios y sus periodistas más destacados el resultado de las PASO. Se habló de dudas y panquequismo. Esa discusión seguirá, pero solo en lo referido a su relación con el moribundo gobierno de Macri.

Su eterna alianza con los intereses del poder financiero no les genera ninguna duda.

 

Crédito:  Página 12

Autor: Oscar Arnau