Guerra o elección….esa es la cuestión

26-08-2015 Opinion

Los argentinos vivimos por estas horas momentos en los que, toda persona de buena leche, está inmerso en diversas situaciones, mensajes subliminales, declaraciones rimbombantes, maquinaria de propaganda, que al final del día se pregunta ¿Cuál es la realidad?, ¿la que estoy viviendo o la que me cuentan?

Pero antes de seguir el desarrollo de la idea  y ante el reproche asegurado de  idealistas perversos,  hago un punto y aclaro: todos tenemos el mismo derecho absoluto e indelegable de escuchar, decir y ver lo que realmente queramos sin ningún tipo de tapujo, filtro o inhibición, pero esto también conlleva una responsabilidad que a mi entender, debería estar en las antípodas del gataflorismo que nos caracteriza particularmente cuando decimos una cosa, actuamos diferente y ni hablar que pensamos otra.

Ahora bien, también creo en los niveles de responsabilidad. No es la  misma que tiene este ciudadano común de a pie, que trabaja, que muchas veces y de manera equivocada, se abstrae de la política (el tendrá sus sobradas razones) comparada con las de aquellos, por ejemplo nosotros los periodistas y también los políticos, más aún hoy, que casi todos, por no generalizar, están en plena campaña con vistas al 25 de octubre.

No se debe ser tan “ligero de boca” para que cuestiones meramente electorales, en donde uno gana y otro pierde, se transformen en una guerra empecinada, que nos quieren hacer creer que existe, y que sin embargo la mayoría de esta sociedad, se demuestra madura, que irá a votar y que decidirá quienes gobernarán a partir del 10 de diciembre de 2015.

No se puede ser tan “liviano de ideas” cuando hoy los mismos dirigentes (en oposición y oficialismo) se regodean de no estar de acuerdo con tal o cual perfil de algunos actuales candidatos y perjuran que “irán a votar con la mano en la nariz, porque lo que importa es ganar para sacarlos del poder”.

No se debe ser tan “livianito de perspectiva social” cuando apresuradamente se afirma que estos meses deberán transcurrir sí o sí, con una desconfianza permanente a las instituciones y lo que es más grave aún que esa desconfianza deberá ser coronada con “derramamiento de sangre”, como para completar el escenario.

¡Qué pobres estamos demostrando ser no solamente de ideología, pensamiento, obra y solidaridad!, simplemente para demostrar que se puede ganar o perder y desechar, casi con odio lo que está democráticamente elegido por el pueblo o de lo que, para muchos creen,  será una nueva muestra de equivocación popular, en donde todos somos manipulables, estúpidos, indecentes o chorros.

Repensemos actitudes, revaloricemos ideas y dejemos que todos, absolutamente todos elijan como quienes serán nuestros gobernantes. No utilicemos el miedo como herramienta “perversa” para esquilmar la esperanza, simple y común, que la gente atesora cada día que se levanta para enfrentar a la vida.

Por Oscar Arnau

 

Autor: Oscar Arnau