Evita: ayer, hoy y siempre…

26-07-2020 Opinion

Hoy se cumplen 68 años de la muerte de Eva Duarte de Perón, la mujer que marcó irremediablemente el curso de la historia argentina.

“Era puro amor por el pueblo. Era una maravilla. Una muñeca de belleza, acompañada de una tremenda fe. Esa fe, estaba depositada en su amor al pueblo y en su amor por mí”, dijo Juan Domingo Perón en un reportaje que le hicieran en Madrid, en el año 1967.

Son pocas las figuras políticas que trascendieron tanto en la historia del país como Eva Duarte, o como su pueblo la llamó cariñosamente: Evita. Odiada visceralmente por sus detractores y amada por las mayorías populares, icono de los trabajadores y trabajadoras.

Nacida en Los Toldos, provincia de Buenos Aires el 7 de mayo de 1919. Una joven que venía del mundo del desamparo, la pobreza y las dificultades para forjar una carrera artística en aquel contexto.

Eva fue quien llegó a la vida política argentina para a romper con lo políticamente establecido y se convirtió en la protagonista del reconocimiento y la incorporación de las mujeres a la vida activa de la sociedad, con algo tan simple y naturalizado hoy, como el documento de identidad y el voto femenino.

Evita montó una estructura de contención social y reparación para los sectores más postergados de la Argentina. Su obra desde la Fundación Eva Perón, no solo contemplaba la llegada con recursos materiales sino también una lucha por transformar esas necesidades en derechos efectivos que tendieran a una ciudadanía más plena y justa.

Además, su rol dentro del gobierno contemplaba la relación política con los sindicatos más importantes de la Argentina.

Tuvo tanta aceptación entre los trabajadores y trabajadoras que fue propuesta para integrar la fórmula presidencial en la reelección de Perón, en un acto histórico sobre la 9 de julio, el 22 de agosto de 1951. Aquel día, el movimiento popular proclamó “la fórmula de la Patria”.

El histórico renunciamiento

“No renuncio a la lucha ni al trabajo. Renuncio a los honores. Por los trabajadores y por los descamisados, seguiré luchando hasta hoy con el corazón y el pensamiento puestos en el General, que con la grandeza extraordinaria de su alma, supo dejar mi decisión de estos días librada al arbitrio de mi propia conciencia y de mi propia voluntad”, fueron sus palabras en un mensaje radial, al día siguiente del histórico cabildo abierto del 22 de agosto.

El por qué de su decisión, generó múltiples interrogantes sobre las verdaderas razones por las cuales no aceptó ser vicepresidenta en la fórmula que encabezó Juan Domingo Perón.

“Hizo de su vida lo que quiso el pueblo. Hizo una entrega total y absoluta. Tanto fue así que le costó la vida”, expresó Juan Domingo Perón.

Entrado el año 1952 y con su enfermedad ya muy avanzada, se dedicó intensamente a trabajar en vísperas de las elecciones presidenciales.

El cáncer no doblegó su inquebrantable voluntad ni su convicción política y siguió trabajando intensamente hasta sus últimos días.

Con 33 años, murió el 26 de julio de 1952 a las 20.23 horas.

La mujer que no descansó

Consumado el golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955, comenzó una persecución política a los máximos dirigentes del peronismo y un intento de destruir y borrar de la conciencia colectiva las transformaciones llevadas adelante por el gobierno justicialista. Tal es el caso de medidas como el decreto 4161 que prohibían la pronunciación de los nombres Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón como así también cualquier mención al movimiento.

La magnitud del odio y el revanchismo se cristalizó en el ataque, el secuestro y la desaparición del cuerpo de Evita para enterrarlo de manera clandestina.

Perón tardo 16 años para reencontrarse con el cuerpo de Eva en 1971. Sus restos llegaron a la Argentina el 17 de noviembre de 1974 y fueron ubicados juntos a los de Perón en la Quinta de Olivos.

Tras el golpe de Estado de 1976, la familia solicitó trasladarlos a la bóveda familiar en el cementerio de la Recoleta y los dictadores accedieron.

La vigencia de la figura de Evita hoy está atesorada en la memoria colectiva de un pueblo con profunda identidad, que la recuerda no solo por lo que hizo sino porque es ejemplo y guía en lo que se puede hacer.

Crédito: Infonativa.com

Autor: Oscar Arnau