Enfermeras: Gajes del oficio

27-11-2015 Opinion

 

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Eligieron servir y atender a otros,  heridos o enfermos y su destino fue  curar y animar a las personas con principios contenidos en leyes del buen Samaritano. Como enfermeras Margot Leyes y Dolores ( Lola) Bordón  son dos de aquellas primeras enfermeras profesionales de la Cruz Roja que comenzaron a trabajar en el Hospital Santa Rosa de Chajarí allá por la década del 50 , Tal Cual Regional  en dialogo con ellas,  quiere hacer un reconocimiento a todas y todos aquellos que desempeñan  esta  labor , porque  este último  21 de noviembre fue su día en Argentina.
Esta efeméride se recuerda por la fecha de la fundación de la Federación de Asociaciones de Profesionales Católicas de Enfermería, que nombró como patrona a la Virgen de los remedios, cuya festividad es en esa fecha.

Ahora jubiladas las dos recuerdan aquel día exacto que ingresaron a trabajar, Margot sin pensarlo dijo “el 8 de noviembre de 1955” y Lola, apretando un  ojo y trayendo a la memoria aquel día,  dijo “el 14 de junio 1954”, una trabajó 34 años y la otra 37 años,  toda una vida en el Hospital.

También recordaron entre otras colegas ya fallecidas a Yolanda Maidana, Rosita Iturbe, Ramonita Gómez y otros colegas de la época y reconocen con alegría a las nuevas colegas universitarias como también  aquellas mujeres idóneas que como Angelita le  marcaron un camino.

Armadas de paciencia  generosidad, cultura adquirida en tantos años al servicio del otro, revivieron algunas anécdotas  y recuerdos que trataremos de contar como homenaje a su bendita profesión.

Un caso gravísimo

Contaron que una vez llegó un hombre envuelto en sábanas, llego desde Los Conquistadores, dos agentes de policía lo trajeron  y cuando abrimos la sábana toda ensangrentada  estaba el hombre literalmente con las “tripas afuera” y con lo que teníamos como instrumental en la sala de cirugías y  sin nada de  tecnología , con lo justo y necesario le salvamos la vida junto a los médicos que estuvieron en la operación por más de siete horas para volver los intestinos al lugar ;  ese hombre era un comisario “ Pastrana” que fue apuñalado  producto de alguna intervención  en cierto desorden público por aquellos  lugares; dejan flotando esa hipótesis, porque el herido no podía esperar y no había tiempo para interrogatorios.

 

 

Traumas, una marca para toda la vida

Otro caso que marco a una de ellas para siempre y que hasta ahora recuerda porque solo tenía 18 años y estaba sola en guardia,  fue cuando después de la media noche, tipo 2 o 3 de la mañana  llegó un hombre con un ojo tapado,  tenía un tremendo golpe  que había recibido en un bar de la 25 de Mayo cerquita del arroyo Yacaré, allí en una discusión de parroquianos pasados de copas,  alguien le pegó con una pesa de 1/2 kilo y  tras el  violento  golpe  que como se dice” le bajaron el ojo”,   sufrió un traumatismo importante que no hacía falta preguntar para saber el dolor que estaba viviendo el herido, y al mostrar el golpe, su ojo no estaba en el lugar, se había desprendido y  estaba sobre el trapo que utilizo para parar la sangre, “ eso para mí, que no tenia asco ni miedo, me dio una tremenda impresión que la llevo todavía” dijo una de las entrevistadas  y continuó el relato  diciendo “ inmediatamente había que llamar a un médico de guardia, porque especialistas no había en ese entonces, y otra peripecia para lograr ubicarlo por teléfono por que llamábamos primero al conmutador de la central telefónica y las telefonistas  a través de clavijas derivaban la llamada al profesional, eran tiempos  donde las llamadas no eran directas ni mucho menos existía el celular .

El que solo se ríe, de sus picardías se acuerda

Así continuaron con otras historias trágicas que marcaron su temple, aunque un recuerdo les devolvió la sonrisa y como dice el dicho “El que solo se ríe, de sus picardías se acuerda…Y seguramente algo  volvió  a sus mentes que les arranco una sonrisa  y nos obligó a preguntarles  para entender la situación que estaba pasando por su cabeza ; había sucedido que en una curación de rutina una colega debió vendar la entrepierna de un hombre y en la tarea,  sin mucha cautela no miró lo que hacía y le vendo el “miembro” a la parte interior del muslo próxima a las ingle, por lo que el hombre reclamo a la hora de orinar y preguntó en tono gauchesco el “por que se lo habían maneado” seguramente la respuesta fue: “y son gajes del oficio” mientras el enfermo acumulaba muchas ganas de liberar el liquido secretado por los riñones .

Otras veces debieron  asistir sin asco a quien se “hizo encima, y en muchos casos no era pis, y de allí salir corriendo por que de nuevo llegaba otro accidentado, y en el camino recibían  el reclamo de un familiar que el suero del internado se estaba terminando, mientras otro esperaba medio dormitando en la guardia que le pase la intoxicación, que por lo general eran etílicas lo que provocaban descomposturas y tras una siesta en la camilla de la guardia recuperaban el semblante y ya no recordaban el motivo por el cual fueron al Hospital .

Las veces que han rogado a las gurises que se queden quietos para lavarles y curarles las heridas y allí no había tu tía,  alcohol puro era el desinfectante,  y así pasaron sus días entre llantos y sonrisas, porque la vida también alumbro en las  manos de las enfermeras.

Por estas anécdotas, por su eterno sacrificio, por su  labor incansable en busca de la mejoría de sus pacientes, porque su vida fue el hospital,  un reconocimiento por siempre  y feliz día a todas las enfermeras.

Autor: Edgardo Dallacamina