El pescado se pudre por la cabeza Por Manuel Lazo

07-06-2020 Opinion

En el mensaje a los entrerrianos de este sábado a medio día, el gobernador Gustavo Bordet fue enfático en el llamamiento a los habitantes a ejercer responsable y solidariamente las libertades que hemos ido reconquistando en el marco de una pandemia que tiene al mundo en vilo y que cambiará definitivamente muchos de nuestros hábitos. El confinamiento, el freno a la rueda de la economía, la parálisis del sistema educativo y todas las medidas de gobierno que se implementaron para preservar nuestra salud, y la vida misma, han permitido que Entre Ríos sea una provincia con bajos niveles de personas afectadas y sin saldo de víctimas fatales. El primer mandatario volvió a señalar el riesgo que representa el límite con Buenos Aires y hasta pidió evitar contacto con personas que regresen de los lugares donde hay transmisión comunitaria del virus.

Pese a que su referencia a lo ocurrido en Colón fue hecha con la prudencia que le impone su condición de gobernador, le resultó difícil disimular su irritación por las decisiones tomadas por el intendente José Luis Walser, quien mediante la Resolución 0137 habilitó el funcionamiento de los gimnasios, desconociendo la prohibición contemplada en el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) número 297.

Esta columna está lejos de pretender estigmatizar a quienes han sido víctimas del virus; de ninguna manera se ofenderá el honor o la dignidad de ninguna persona, pero sí corresponde que nos planteemos si quien ejerce el gobierno municipal en esa ciudad de la costa del Uruguay no ha incurrido en la comisión de algún delito contemplado en el Código Penal.

Cuando se trata de resguardar la salud y preservar la vida, hay que ir hasta el hueso si es necesario.

Si verdaderamente “todos somos iguales ante la ley”, del mismo modo que se abrieron causas penales a quienes rompieron la cuarentena, cabe preguntarse si José Luis Walser ha actuado haciendo uso de sus facultades en el marco de la pandemia. Estamos hablando del mismo Intendente que según lo declaró el propio sacerdote, autorizó al Cura Néstor Toler a que recorriera el pueblo subido a una camioneta para bendecir a vecinas y vecinos durante Semana Santa. José Luis Walser es el mismo que desde su desvarío pretendió que las cancillerías de Argentina y Uruguay ordenaran abrir el paso fronterizo Paysandú / Colón para mejorar la situación del comercio de su ciudad.

Nuestra aflicción por los casos de coronavirus que se registran en Colón deben servirnos como alerta sobre lo que no se debe hacer. Si las reuniones sociales no están habilitadas, éstas no deben realizarse; si los gimnasios no están autorizados es porque las autoridades sanitarias consideran que esa actividad representa un riesgo.

Es bueno que el intendente de Colón asuma que un buen líder tiene que priorizar la salud y la vida de su gente dando el ejemplo a los gobernados de apego a las normas y sin actuar irresponsablemente. Las reuniones sociales, la apertura de gimnasios, la autorización para romper la cuarentena han sido los disparadores de la situación que afecta a esa ciudad; y ya se sabe que “el pescado se pudre por la cabeza”.

CREDITO: Manuel Lazo – Periodista – Análisis Digital

Autor: Oscar Arnau