Las cifras oficiales de la pobreza e indigencia, correspondientes al primer semestre de 2024, recién se conocerán el 26 de julio. Sin perjuicio de eso, el fuerte desmejoramiento de las condiciones sociales es notable para cualquiera que tenga, en léxico jauretcheano, “un poco de estaño”.
En esa línea, las mediciones privadas alternativas confirman esa “sensación térmica” ciudadana. Por caso, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina estima que la pobreza alcanzó el 55 por ciento de las personas en el mes de marzo. Por su parte, la indigencia habría escalado al 17,5 por ciento. Lo importante no es tanto el número en sí, porque como se sabe la metodología de la UCA difiere de la del Indec, sino la tendencia de los datos.
Tomando como parámetro la serie de la UCA, la tasa de pobreza creció del 44 (a fines de 2023) al 55 por ciento. En el caso de la indigencia, la tasa creció del 9,6 al 17,5 por ciento. En el informe titulado “Radiografía de la pobreza en Argentina: realidad social y solidaridad que es esperanza”, la UCA precisó que 25 millones de ciudadanos argentinos vive en situación de pobreza. A su vez, 7,8 millones de personas son indigentes, es decir que sus ingresos están por debajo del monto estimado para cubrir una canasta básica alimentaria (CBA).
En síntesis, la pobreza creció un 25 por ciento, mientras que la indigencia subió más del 80 por ciento en muy poco tiempo. En ese contexto, el jefe de gabinete concedió una entrevista al periodista Martin Sivak para el diario español El País. “No estamos en nuestro mejor momento, pero bueno, puedo decir que el 50 por ciento de las personas que vive en la Argentina no son pobres. No pasa eso”, aseguró Guillermo Francos. La negación de la realidad no es una buena consejera para el arte de gobernar. Ese principio básico es válido para cualquier gestión con independencia de su orientación ideológica.
La última encuesta de la consultora Proyección midió la percepción ciudadana sobre distintos atributos del Presidente argentino. En líneas generales, Milei salió mejor parado cuando se evaluaron aspectos técnicos. Por el contrario, los resultados no fueron buenos cuando las consultas versaron sobre aspectos más humanos. Para muestra vale un botón: el 52 por ciento sostuvo que Milei no tiene “empatía con los sectores más vulnerables”. Solamente el 34,5 por ciento, ¿su núcleo duro?, contestó lo contrario.
La falta de entrega de las 5,9 millones de toneladas de alimentos almacenados en los galpones del ministerio de Capital Humano de Villa Martelli y Tafí Viejo no hizo más que reforzar esa percepción de insensibilidad oficial con el sufrimiento de los más humildes. Más allá de ese hecho puntual, la interrupción del suministro de alimentos y fondos a comedores y merenderos populares fue una decisión política para debilitar a las organizaciones sociales. De manera complementaria, el gobierno remitió algún dinero a Cáritas y a la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (Aciera).
Sin embargo, la “jugada oficial” de aislar a los movimientos sociales no fue avalada por la Iglesia Católica. En particular, el obispo de Quilmes y titular de Cáritas, Carlos Tissera planteó que “desde Cáritas pedimos que se sienten en la mesa otras organizaciones sociales…No es justo que se estén haciendo convenios con la Iglesia y no con otros servicios, programas o redes de comedores y que se le quite la comida a la gente. Esto está más allá de un movimiento político».
Lo cierto es que el recorte de la asistencia alimentaria tuvo un impacto importante en las barriadas populares. La encuesta realizada por la organización social Barrios de Pie, a 5.300 familias de barrios populares de 19 provincias y la Ciudad de Buenos Aires, arroja datos escalofriantes. La conclusión general del trabajo es que el 62 por ciento de las personas atraviesa una situación de inseguridad alimentaria severa y el 12 por ciento una moderada.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO) define a la inseguridad alimentaria como la insuficiente ingesta de alimentos. Es considerada leve cuando las personas están preocupadas acerca de si podrán contar con los medios para proveerse de alimentos, moderada cuando modifican su dieta y severa cuando reducen la cantidad de alimentos consumidos.
En el caso del relevamiento de Barrios de Pie, los encuestados fueron considerados como inseguridad severa cuando contestaron de manera afirmativa alguna de estas dos preguntas: “Durante el mes pasado, por falta de dinero o de recursos ¿sintió hambre pero no comió?” “¿Ha estado sin comer todo un día?”.
Por su parte, la octava encuesta de Unicef Argentina reveló un aumento de la ingesta de los alimentos más baratos y menos nutritivos (fideos, harinas) en desmedro del consumo de carne, lácteos, verduras y frutas
Según los datos de Unicef, el porcentaje de hogares (con niñas y niños) en donde los ingresos no alcanzaron a cubrir sus gastos corrientes se incrementó desde el 33 por ciento (junio de 2022) al 41 por ciento en (junio de 2023) y al 48 por ciento (mayo de 2024) en Argentina.
En ese marco, el Papa Francisco sostuvo que es un “pecado social” ser indiferentes a la “multitud de hermanos y hermanas con hambre”. Los mensajes formales e informales eclesiásticos, dirigidos a los despachos oficiales, se multiplicaron en los últimos meses. Personas cercanas a Francisco hicieron trascender su enojo porque fue desoída su advertencia para que dejaran de demonizar a Juan Grabois.
El 5 de junio pasado, la Catedral porteña organizó una cena a puertas abiertas para las personas en situación de calle. La imagen de esa extensa y concurrida mesa, a escasos metros de la Casa Rosada, fue un claro mensaje político. Ese mismo día, el Papa Francisco dijo en Roma que “ningún Gobierno puede exigir privaciones incompatibles con la dignidad humana”. El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Ojea, también emitió varios mensajes que revelan el malestar eclesial con el rumbo de la política social. El “Dia de la Bandera” varias parroquias organizaron misas simultáneas bajo el lema de “¡Con la comida no!”.
Las tensiones del mileismo con el Papa Francisco vienen de lejos. En los comienzos de su carrera política, Milei calificó a Jorge Bergoglio como un “jesuita que promueve el comunismo”, “personaje impresentable y nefasto” y “representante del maligno en la Tierra”.
En el acto de cierre de la campaña electoral, “Bertie” Benegas Lynch planteó que “por consideración y respeto a mi religión católica creo que habría que imitar lo que hizo el presidente Roca y suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano mientras allí prime el espíritu totalitario”. Por su parte, el designado secretario de Culto, Francisco Sanchez, declaró “nunca vi un Papa que hiciera tanto daño”.
Luego llegarían las disculpas, la visita de Milei al Vaticano y algunos gestos de distensión que no alcanzaron a torcer el rumbo de una relación conflictiva. La pertenencia y/o cercanía de personas que orbitan alrededor del mundo Milei al ultraconservador Opus Dei es otro factor que no ayuda a tener una mejor sintonía con Francisco.
El 4 de agosto de 2022, el Papa suprimió algunos privilegios que había concedido Juan Pablo II a esta organización fundada por José María Escriva de Balaguer en España en 1928. Por ejemplo, le quitó al prelado (la cabeza del Opus) su condición episcopal y por ende su poder para ordenar sacerdotes de su propio grupo.
Precisamente, el gobierno argentino acudió a un confeso militante del Opus Dei para cumplir con la orden judicial del reparto de los 340.000 kilos de leche en polvo próximos a vencer. Es el caso del pediatra Abel Albino, alma mater de la Fundación Cooperadora Nutrición Infantil (Conin).
En el artículo “El peaje de Albino: qué exige Conin a cambio de dar alimentos a quienes los necesitan”, publicado en Cenital, la periodista Noelia Barral Grigera sostiene que “seleccionar a la Fundación para el reparto de comida no parece estar relacionado más que con la ideología. La elección de Conin es imposible de explicar al mirar el despliegue territorial de la Fundación, que apenas tiene 100 centros en 18 provincias. Conin no tiene representación en algunos de los distritos donde la situación del hambre, según Cáritas, es crítica, como Formosa, Misiones y Jujuy. Como contracara, solamente por el gran despliegue de la Fundación en Mendoza, Pettovello decidió enviar a esa provincia gran parte de la leche por vencer”.
La asistencia que brinda esta ONG lejos está de ser universal. Los beneficiarios de su programa Nutrir tienen que “aprobar” un examen de admisión. El esquema de funcionamiento de la Fundación Conin está explicado en una tesis de grado, de la socióloga Camila Stimbaum, citada en la nota de Barral Grigera. Entre los requisitos que deben cumplir las beneficiarias, la ONG exige el respeto a la vida humana desde la concepción, la participación en talleres de“Planificación familiar natural” donde se enseña el Método de Ovulación Billings y asistencia a charlas donde se ensalza la castidad como el “método natural más efectivo de control de fertilidad” y se objeta el concubinato, el sexo prematrimonial y la masturbación.
“Para quienes cumplen hay gratificaciones, que tienen que ver con la frecuencia de entrega de ropa, calzado, ropa de cama o pañales. Las mujeres que demuestran compromiso suelen tener prioridad. Quienes no cumplen pueden recibir menos elementos y también menos alimentos en el bolsón semanal. Una nutricionista relata en el trabajo de Stimbaum: ‘Si hay una mamá que siempre llega a las 10:30, 11:00, se le hace un llamado de atención y por ahí no se les da todo el bolsón. Se les da solo la leche o se va viendo. O no puede ir al ropero. Se les va poniendo como pautas’”, cuenta Barral Grigera.
El discurso oficial de terminar con los intermediarios de la pobreza es contradictorio con la entrega de alimentos a través de Conin o los contratos celebrados con la alianza de Iglesias Evangélicas (ACIERA).
Esta última asociación de iglesias pentecostales alcanzó mucha repercusión mediática por sus duras críticas a la serie “El Reino” guionada por Marcelo Piñeyro y Claudia Piñeiro. A través de un comunicado, ACIERA apuntó especialmente contra Claudia Piñeiro acusándola de tener un encono contra la cultura evangélica argentina derivada de su “militancia feminista durante el debate de la ley del aborto”. El problema no parecen ser los intermediarios sino el perfil ideológico de los mismos.
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