El extractivismo no es progreso Por Pablo Bruetman

06-01-2020 Opinion

PROGRESO

Dice la Real Academia Española:
Progreso (Del lat. progressus).
1. m. Acción de ir hacia adelante.
2. m. Avance, adelanto, perfeccionamiento.

Dice Wikipedia:
Progreso es un concepto que indica la existencia de un sentido de mejora en la condición humana.

Y agrega el aporte judío y del cristianismo a la idea de progreso. Y luego los aportes franceses y alemanes. La Wikipedia no lo disimula: el progreso sólo es entendido como una mejora en la condición humana para la cultura occidental.

CRISIS.

Dice la Real Academia Española: 1.f. Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados. 2. f. Intensificación brusca de los síntomas de una enfermedad. 3.f. Situación mala o difícil.

Dice Wikipedia: La crisis es un período o situación de dificultades o cambios bruscos. Es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; especialmente, la crisis de una estructura.

¿Es posible que el progreso y la crisis sean exactamente lo mismo? Eso pasa al pie de la Cordillera de los Andes en la República Argentina. A la extracción convencional de combustibles fósiles y también a la extracción a través del fracking hay quienes la llaman progreso y hay quienes la llaman crisis: crisis ambiental, económica, espiritual y territorial. De un lado están los inversores, las empresas extranjeras que explotan los suelos y del otro los guardianes del territorio: los pueblos originarios.

“No se puede conjugar la explotación hidrocarburífera con los pueblos originarios”, sentencia Sergio Nahuelquir, Inal Lonko del Lof Fem Mapu, de Piedra Buena, provincia de Santa Cruz. Y explica el por qué: “Nosotros no tenemos una idea de sobreexplotación del territorio. Lo principal para nosotros es que nuestro pueblo siga sobreviviendo muchas generaciones más sobre la faz de la Tierra”.

Son los pueblos originarios quienes “detienen al progreso”. O al menos eso consiguieron en Mendoza. “En la planificación del fracking, desde 2017 a la actualidad, tendrían que haber llegado a los 400 pozos aproximadamente. Y gracias a la resistencia, solamente pudieron hacer 11. Los pudimos frenar con procedimientos administrativos y diferentes reclamos de acción en el territorio”, cuenta Gabriel Jofré, integrante de la organización mapuche Malalweche de Mendoza, con la convicción de que su lucha de algo sirve.

Es exitosa la lucha de las organizaciones mapuche, pero también muy compleja porque deben enfrentar al enemigo interno, porque gran parte de la población ve a las petroleras como fuente de empleo y de riquezas, como “el progreso” que anhelan no solo para la humanidad sino para sus propias vidas: “Lo que conseguimos no nos garantiza nada porque enfrente, además de las empresas, tenemos a una población diezmada, desocupada, lo cual genera una gran presión sobre nosotros. Esto significa que tenemos una doble presión: no solamente desde el lado de las empresas y el fracking, sino también de cierta parte de la población que cree que ‘la industria petrolífera es la solución ante el desempleo’”, explica Jofré.

Nunca hubo una redistribución del dinero que salió por la explotación del petróleo en estos últimos 40 ó 50 años, y estamos hablando de miles de millones de dólares en regalías

“La gente no tiene ni idea adónde llega cuando viene y se encuentra con esta realidad: que es difícil vivir, que no hay espacios y que conseguir trabajo no es fácil porque la industria requiere de diferentes oficios y están los sindicatos de por medio», declaró a La Nación el por entonces intendente de Añelo, Darío Díaz, en el otoño pasado. Añelo se ubica en el centro-este de la provincia de Neuquén y es el corazón de Vaca Muerta. Añelo titulan algunos medios cómplices del saqueo, es la Dubai Argentina. Un pueblo que crece a un ritmo vertiginoso gracias a la extracción de combustibles fósiles. Un pueblo que progresa. Que progresa sin terrenos en donde sus habitantes puedan vivir. Que progresa contaminada. Que progresa con desempleo. Pero la culpa de este progreso defectuoso, parece, es de la “falta de capacitación de la población” y de “los malditos sindicatos” que siempre andan pidiendo seguros, sueldos acordes y dignidad y así impiden a las petroleras generar la mano de obra barata o esclava que necesitan para su progreso. Los enemigos del «progreso» son los sindicalistas…y los pueblos originarios.

—¿Por qué no consideran progreso a la creación de fuentes de trabajo en territorios donde no lo hay?

Sergio Nehuelquir: Nosotros entendemos que cada elemento de la naturaleza tiene una espiritualidad, una vida, una fuerza. Por eso es que esta idea de supuesto ‘Progreso’ no se encuadra, y mucho más en una Argentina que ha firmado miles de leyes en favor de los pueblos originarios, pero cada vez que se realizan este tipo de actividades extractivistas y proyectos no consultan nada con las comunidades. Entran directamente y destrozan todo. Y después nos dicen: “Sobrevivan como puedan”. Como mínimo deberían consultarnos. Pero eso no ocurre nunca. El marco legal existe, pero no se hace nada.

Gabriel Jofré: A nosotros esto nos toca muy de cerca, porque las personas que nos presionan para aceptar esta idea de progreso forman parte de nuestras familias. Los ambientalistas hablan de los lugares donde vivimos como “zonas de sacrificio”. Para que esto suceda primero debió faltar el trabajo, debió faltar tener las condiciones dadas para vivir en el territorio, se generan las condiciones para que no haya un desarrollo junto con la naturaleza. Son nuestras mismas familias, que se han tenido que ir del territorio hacia las ciudades, las que reclaman empleo. La lógica es la siguiente: “Te saco de acá, genero ciertas condiciones de empleo, te saco tu cultura, y mañana te convierto en un consumidor/trabajador regular, con una cultura de consumo que nada tiene que ver con la cosmovisión mapuche”.

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Progreso saludable

Las explotaciones de hidrocarburos están afectando a 25 comunidades en la zona sur de Mendoza. En esa zona se produce el 95% del gas y el 75% del petróleo de la provincia. ¿Las consecuencias? “Los animales empetrolados, las zonas que han dejado sin arreglar y demás desastres, con el abandono que dejan en la zona. En Malargüe apenas hay dos rutas asfaltadas, y el resto del territorio -42 mil kilómetros cuadrados, que es casi el tamaño de la provincia de Tucumán- no hay una sola ruta asfaltada”, explica Jofré. El argumento para justificar la extracción de combustibles fósiles es el “progreso”, entendido como trabajo, como rutas, como asfalto, como dinero, como educación, como comida, como pueblos sin hambre. Pero nada de eso sucede, según Jofré: “Desde los años 70 convivimos con la explotación petrolera convencional y hemos denunciado los pasivos que han dejado: Son todos caminos de tierra en muy mal estado. Es decir que nunca hubo una redistribución del dinero que salió por la explotación del petróleo en estos últimos 40 ó 50 años, y estamos hablando de miles de millones de dólares en regalías todos los años. Tenemos una población hambreada, con casi el 50% de desocupación. Y enferma: ya con la extracción convencional hubo casos de bebés que nacieron con deformaciones, disminución de la masa cerebral, alguna invalidez o cuestiones físicas directas, partes de sus cuerpos que no se desarrollaban, y diferentes problemas motrices.

Si los centros de salud en Vaca Muerta pertenecen a Chevron ¿qué tan confiables pueden ser para proporcionar información sobre enfermedades relacionadas al fracking?

Por eso desde la comunidades siempre reclamamos por lo menos una compensación y remediar la zona, recuperar la flora nativa, las aguas, los espacios de fauna…pero el Gobierno no sólo nunca nos respondió sino que además ahora agregó el fracking, el cual es un sistema depredador”.

Y todo empeoró desde el fracking. Y Vaca Muerta.

Desde entonces, el sur de Mendoza, casi toda la provincia de Neuquén y el norte de Río Negro son tierras arrasadas.

Añelo

“Nos impacta sobre la salud, sobre la fuente de agua, en el aire, en el alimento que se consume. El pueblo mapuche y la población de Añelo se ve afectada por los metales pesados que generan problemas en el sistema nervioso y tumores cancerígenos”, comenta Jorge Nahuel, de la Confederación Mapuche de Neuquén. ¿Datos oficiales? Ocultos. Los centros de salud no muestran información. Pasa como con los agrotóxicos: el diagnóstico es mareo, es cáncer, el motivo de la defunción es un paro cardíaco. “Es como ocurrió con el uso de los conservantes en los alimentos. Recién cuando vieron que los cuerpos de los muertos no se descomponían como antes porque estaban llenos de conservantes pudieron demostrar el daño que le hacen a nuestra salud”, compara Jofré.

“Cuando se discute la extracción de combustibles fósiles, se lo hace desde la mirada occidental. Durante siglos tuvimos esta manera de vivir y no nos fue mal».

“No hay estadísticas oficiales porque es parte de la campaña de protección al extractivismo: impiden que la gente ligada al sistema de salud las difunda. La única vez que se hizo le costó la cabeza a la directora del centro de salud de Añelo”, denuncia Nahuel. Dice Centro de Salud de Añelo pero también podría decir Centro de Salud de Chevron. No sería nada falso: el centro de salud pertenece a Chevron. Se construyó y equipó con el financiamiento de Baylor, una fundación cuyo sponsors principales son Chevron, Tecpetrol (empresa del grupo Techint que se dedica a la exploración, producción, transporte y distribución de hidrocarburos en América del Sur), el hospital de niños de Texas y también YPF, el socio argentino del entramado).

La fundación Baylor difunde en su página web dos actividades que realizó en diciembre: una visita a la comunidad de Campo Maripe y otra a las escuelas de Añelo y Rincón de los Sauces. A la comunidad fueron las agentes sanitarias Belén Sánchez y Débora Muñoz, del hospital de Añelo; y por parte de la fundación Baylor, Mariana Sosa, Médica neumonóloga egresada del Hospital Austral. Es decir Chevron visitó la comunidad. ¿Y qué le ofreció ante los problemas de salud? Recetó medicamentos, controló la presión arterial de algunos habitantes y entregó comprimidos antiparasitarios para los perros del lugar. Ah, y nos olvidábamos: les recomendó lavarse las manos. ¿Y en la visita a la escuela hicieron estudios para detectar enfermedades broncopulmonares, muy comunes en zonas donde se extrae petróleo y gas? No, entregaron anteojos.

Crédito: Revista Cítrica

Autor: Oscar Arnau