Discapacitados por Marcelo Carranza

14-06-2017 Opinion

Quienes soñaban con un límite, despertaron con la pesadilla de saber que no lo habrá.

La supresión de las pensiones, jubilaciones y subsidios a discapacitados es de un nivel de impiedad desconocido, viéndolo desde un punto de vista humanitario.
Mirándolo desde la legalidad es la arbitraria quita de derechos adquiridos, constitucionales, pero de estas hay tantas ya, que no sorprende.

Lo que marca el hecho, en realidad, es que este gobierno ha tomado un rumbo y que no hay niños Down que lo desvíe. Un horror.
En poco tiempo será una cosa más que ha perdido la sociedad argentina, soportada con sus conocidos estoicismo y mansedumbre.

Hay quienes dicen que el paso siguiente será la desaparición de las pensiones. Que cuando muera uno de los cónyuges su viudo o viuda no cobrará más por haber acompañado toda su vida al muerto. Repito, es un rumor. Fuerte, pero sólo un rumor. Aunque a la luz del antecedente de los discapacitados, resulte absolutamente creíble.

Ray Bradbury se habría hecho una fiesta: Contaría que hubo un presidente que pagaba recompensas a quienes mataran a los viejos. Que premiaba a los médicos que eliminaran a los niños nacidos con deformaciones. Que castigaba con la muerte al “jefe de familia” que no cumpliera con la norma de tener un familiar menos por año. Empezaba por sus padres. La esposa sabía que sería la tercera. “Juntos podemos”, gritaba y convencía cada vez, a más gente, con cada vez, menos luces por estar cada vez, peor alimentada. Su relato terminaría con un anciano canoso, muy arrugado y de ojos grises, de la mano de una señora llamada Antonia, parados ante un inmenso páramo absolutamente deshabitado y con una bandera de colores indefinidos. Un rayo final, partía a ambos.

Ray me atrapa, se ve. Pero, volviendo a estos fatídicos días, es “obligatorio” tener esperanzas.
Desde hoy hasta octubre podemos empezar a poner freno a la locura. Alianzas, candidatos, fechas que se acercan, indican que vamos a votar.

Esto que tenemos tiene responsables. Hay que decirlo. Tanto como que no hay ni habrá una “caza de brujas”, los han engañado, no permitan que lo hagan otra vez. Sean conscientes.

Por Marcelo Carranza

Autor: Oscar Arnau