Cuento: DIOS….. Autor: Marcelo Carranza

22-11-2017 Opinion

─Sí ─Dijo Juan, lacónico.

─No ─Contestó Pedro, de igual manera.

─¿Por qué decís que no existe, tan categóricamente? ─Mandó Juan, a su amigo.

─Porque nunca lo vi ni sé de nadie que lo haya visto ─Contestó Pedro y esperó lo que vendría.

─Ah… Quiere decir que vos sólo creés en lo que ves… ─Aseveró en forma de pregunta, Juan.

─No… También creo en lo que me cuentan aquellos en quienes confío, como vos, mi hermano, mi vecino… ─Repuso Pedro.

─Todo palpable, bah… ─Dijo Juan en tono de “vos querés todo sencillito”.

─Visible, diría. Veo la luna, creo en su existencia. Veo la riqueza y la pobreza, creo que están. Veo vivos y boludos, que son innegables. Pero, decime Juancito, ¿vos lo viste, que estás tan convencido? ─Pedro conocía la respuesta que vendría.

─Sabés que no ─Juan empezaba a arrepentirse de haberse metido en esta charla─, que nadie lo vio. Creer en Dios es una cuestión de fe.

─Más que una cuestión parece un recurso, una estrategia para usar cuando ya no hay respuestas. Cualquier análisis que haga alguien religioso termina en la fe. No puede seguir. “La fe se tiene o no se tiene”, suele ser el cierre de las discusiones. Parece imposible que haya otro. Mirá, Juan, todas las acepciones de la palabra fe son referidas a la religión ─Pedro empezó a ser más profundo en sus respuestas.

─El diccionario define el vocablo. No le corresponde explicar lo que representa la fe para los cristianos. Deberías leer la Biblia para entender algo ─Apuntó Juan.

─Leí la Biblia, Juan. Tiene el indudable valor del relato histórico. Es una suma de cuentos muy elementales en los que nada es comprobable. Todo alimenta a la fe de la que hablás. Hasta quien dice, al concluir la lectura de un párrafo, “palabra de Dios”, contribuye a lo mismo ─Pedro no es un negador ciego, es de un pensamiento honesto, y su amigo lo sabe.

─Estás subestimando a dos mil años de historia. ¿Tanta gente, durante tanto tiempo, ha estado equivocada? ─Preguntó Juan, con una lógica indiscutible.

─No simplifiquemos. No se trata de pensar que sólo creer sostiene al cristianismo. Me parece que la gente siente la necesidad de que haya alguien o algo “superior” que lo apuntale en sus debilidades personales. Le teme a la muerte y le resulta seductora la promesa de que esto sigue después, en otro mundo, ideal, de paz y descanso. Siempre que se porte bien, claro, porque si no el lugar puede estar cargado de los castigos del infierno. De todas maneras, nada de esto comprueba que ese ser poderoso exista. El deseo de vivir y el temor a la finitud pueden llevar a algo parecido a la creencia ─Se explayó Pedro.

─Quienes creemos no necesitamos comprobaciones, nos alcanza con la fe ─Dijo, previsiblemente, Juan.

─Lo dicho, parece que llegamos a ese punto en el que no se puede seguir, esa pared llamada fe.

─No es fácil hacerlo con quien no la tiene… ─Juan vio que no tenía sentido seguir.

─Es cierto, amigo. De todos modos te dejo una frase de un filósofo alemán contemporáneo del que no recuerdo el nombre: “la existencia de la fe es la prueba cabal de la inexistencia de Dios”. Parece que el pensador también quiere ver, o que le cuenten lo que han visto, para creer.

─Sí. No va a poder ser eso. Tendrá que incorporar la fe para aproximarse a la idea de Dios ─Cerró Juan.

Autor: Marcelo Carranza

Autor: Oscar Arnau