Citricultura y arte: una historia de amor no correspondida Por Guido Muchiutti

16-03-2023 Opinion

Como todos sabemos, la citricultura es la actividad económica más importante de Chajarí y la generadora del microclima económico que vivimos en nuestra hermosa ciudad. El público, percibiendo la importancia de dicha actividad y sabiendo el lugar estratégico que se eligió para la colocación de una escultura que le haga honor a la Citricultura elevó mucho sus expectativas. Y como me enseñó un gran amigo, las expectativas reducen la felicidad. Lo importante, en todo caso, es que la intervención urbana de nuestro artista local sirvió para abrir el debate sobre qué es y qué no es Arte y esto de por sí es novedoso.

Existe un principio infalible en nuestros días que sirve para consagrarse como artista y con un poco de suerte y conocidos en el Estado, uno podría llegar a salir en la tele o “sonar en la radio”.  Este principio dice así “Si no puedes ser creativo debes ser disruptivo”. Lamentablemente este axioma, que es especialmente útil en el arte, también lo han adoptado políticos, sindicalistas, directores de escuela, maestras y toda persona de la cual se esperan resultados importantes, pero que no siempre puede lograrlos. Voy a dar un ejemplo muy burdo, sólo para que quede claro. Basado en este principio, yo, que carezco por completo de talento para crear figuras que se digan bellas, podría mezclar un poco de harina, agua, sal y papel, agregarle témpera verde y crear una figura con la forma de un pañuelo, para finalmente presentarme al concurso de esculturas de la UBA y, casi de seguro estaría cerca del podio, si no fuera porque sería difícil decidir entre todas las esculturas con el mismo tema y medio. De creativo no tendría nada, pero sin embargo encontraría a un grupo de seguidores que se sentirían representados por mi “arte”. Seguramente conseguiría aún más seguidores si logro que mi escultura sea presentada en alguna feria como Tecnópolis, porque mucha gente con la misma dificultad que yo para armar esculturas, sentiría que, a pesar de mi pobre capacidad para esculpir la materia, pude llegar muy lejos y eso las inspiraría y las haría sentir que sin talento también se puede ser aclamado por una multitud.

Bien, pero ¿Qué es el Arte? A veces, cuando queremos llegar a una definición, las personas solemos empezar por enumerar que NO es aquello que queremos definir. En el caso del arte esta técnica no sirve. Les voy a contar por qué digo esto, llevando el caso al absurdo. Yo podría decir que el excremento nunca podría conformar una obra de arte. Pero resulta que el artista italiano Piero Manzoni, publicó, una vez, una edición de latas que contenían, cada una, treinta gramos de su propio excremento. Y como si eso fuera poco, dicha obra fue comprada por la famosa Tate Gallery. Se los advertí ¿Disruptivo? ¿En el Arte, en el Amor y en la Guerra vale todo?

Entonces voy a brindar mi definición preferida de arte, que no es de mi autoría, pertenece a una escritora llamada Ayn Rand y dice más o menos así: el arte es una recreación selectiva de la realidad según el juicio de valor del artista. Esto nos deja parados frente a una cantidad inmensa de posibilidades artísticas, pero al menos nos da tres consideraciones que nos permiten determinar qué es y qué no es arte. Analicemos cada una de ellas con ejemplos. Primero, para que haya arte debe haber una persona con intenciones de construir una obra, por lo tanto, un amanecer no es una obra de arte, la pintura de un amanecer podría serlo. Segundo, el artista debe seleccionar qué quiere representar a partir de lo que él mismo distingue de la realidad. En este punto entra en juego la concepción filosófica del artista. Si para el artista todos los hombres son malos, sus obras, seguramente harán alusión a la oscuridad de la humanidad. Por último, el artista debe hacer un juicio de valor, como siempre que uno debe elegir algo, debe juzgar que es lo más importante para abstraer y transmitir de forma sintética en su obra. Parafraseando a la Dra. Marta Zatonyi, el artista debe hacer un compromiso entre lo que quiere decir y la sublimación de sus ideas. Esto último diferencia una obra de arte de las figuras y maquetas que nos hacen hacer en el prescolar, que tienen objetivos didácticos. El niño que construye un castillo de arena, al igual que la señora que restaura un maletín antiguo, no son artistas, en tanto y en cuanto no quieran que su obra resultante transmita un concepto. Una obra de arte es la portadora de un mensaje que el artista ha decidido comunicar. Por eso se dice que antes del siglo XVIII no existía el arte. Es decir, había esculturas y catedrales con pinturas, pero no se conformaban con el objetivo que hoy se desarrollan las obras de arte.

Otra elección sumamente importante que el artista debe hacer es el medio por el cual va a corporizar su obra. Una canción, un poema, una escultura, el guión de una obra de teatro. A su vez dentro de cada rama del arte, hay infinitas variantes. El que es escultor puede elegir la madera, el mármol, el metal o el plástico o la nada misma. Yves Klein, uno de los precursores del arte conceptual, presentó en París una galería completamente vacía. ¿Esto no tiene sentido, verdad? ¿Disruptivo? Bueno, lo que sucede es que el arte está directamente ligado con la Filosofía. El arte es la voz de la filosofía y, por lo tanto, como no podía ser de otra manera, si el artista tiene un acotado dominio conceptual y pocos conocimientos, sus obras serán simples (en términos conceptuales) y si el artista es complejo sus obras podrán ser complejas, si el artista así lo quiere.  Es este grado de complejidad lo que lo acerca o lo aleja de cierto público. El público se conmueve y siente algo respecto de aquellas obras que puede valorar. Y para valorar una obra, el observador debe tener el mismo nivel de complejidad conceptual que el artista o más. Habiendo dicho lo anterior, les dejo una pregunta para meditar ¿Hay relación entre la música preponderante de una sociedad y su cultura promedio?

En un antiguo libro hay un versículo que dice algo así “los hombres tienen los reyes que se merecen”, bueno, aplica también con el arte, los hombres tienen los artistas que se merecen.

Tengo amigos que opinan que todo es arte y yo soy de los que opinan lo contrario. Pero por las mismas razones que opino que no hay que callarse ante los necios. No hay que dejar que digan cualquier cosa en pos de no confrontarlos, porque eso genera un efecto en cascada y hace que mucha gente asuma que el silencio es aprobación. Con el arte tengo una opinión similar. A veces somos tan buenos vecinos, que no queremos “ofender” y decirle al artista que su obra no nos causa nada y de esa forma el artista no puede retroalimentar su arte. Otras veces sucede que tenemos miedo de decir que la obra no nos conmueve por temor a que no estemos tan elevados como para comprenderla. Alrededor del arte hay mucha mentira. Se dice «hay que sentir el arte». El problema es que no se puede sentir lo que no se puede distinguir y para distinguir hay que comprender, entender. Lo cierto es que el arte debe conmover, hacernos pensar, generarnos inquietudes. Un poco de responsabilidad la tiene el artista y otro poco el observador. Y claramente un artista no está obligado a ser bueno el cien por ciento de las veces. Puede pasar que una vez algo le salga mal, como en toda profesión. En ese caso, tiene dos alternativas, o lo reconoce y se esfuerza para la próxima o enojarse con su tribuna porque no lo entienden. Pero como todos sabemos, el que se enoja pierde. No es fácil la vida del artista…

 

POR GUIDO MUCHIUTTI

Autor: Oscar Arnau