Cabeza fría, piecitos calientes….para una crisis que nos abarca a todos por Oscar Arnau

04-04-2017 Opinion

Las represalias, los dobles discursos, las chicanas y por sobre todo la incoherencia a la hora de escenarios de “nerviosismo popular” no son buenos consejeros a la hora de resolver en crisis sociales, como a la que estamos asistiendo en diversos sectores de nuestra comunidad.

Y esta aseveración la distribuyo en partes iguales a  todos los sectores involucrados, ya que lamentablemente estamos asistiendo al ojo por ojo, diente por diente, sin siquiera avizorar estamentos superadores de diálogo para superar las discusiones.

En esta puja trabajador vs gobierno o viceversa, evidentemente el gobierno, como organizador de un estado de derecho, le pertenece la mayor responsabilidad de mantener la tranquilidad, no intercambiar cachetazo por cachetazo, porque en definitiva esto no tiene otro resultado que mayor efervescencia, mayor enojo, mayor encono  y en este escenario se cometen errores de los que no existe el arrepentimiento. Indefectiblemente este gobierno deberá dar respuesta concreta a pautas salariales más convincentes, a explicaciones de recortes salariales más contundentes y a una presencia más firme ante las dificultades: si no se está preparado para coordinar acciones sobre una crisis obviando esencialmente decisiones políticas de fondo, ya puedo asegurar que el conflicto no tendrá solución por lo siglos de los siglos.

Ahora enfrente hay un gremio que también juega sus intereses internos, aunque esto se mantenga invisible a los ojos de una sociedad absorta. Esto no quiere decir que no se tenga derecho a reclamar por un salario digno y justo, que no se tenga derecho a la huelga, que no se tenga derecho a la movilización, pero también es absolutamente concreto que otros sectores de trabajadores, del sector público y también del privado, están atravesando una situación similar o peor y hasta ahora el silencio de esos trabajadores es el grito atragantado de la bronca, solamente la bronca, sin posibilidad de exteriorización.

Es cierto que de un análisis político no se come ni se subsiste, que cuando no se tiene plata, no se tiene el efectivo en el bolsillo para comprar la leche, la carne y el pan para  llevar a una mesa no hay explicación que valga: no hay y la solución es salir a pelear por lo que nos pertenece. Lamentablemente vamos hacia un país del “25% menos”, 25% menos de maestros, 25% menos de médicos, 25% menos de radios, 25% menos de periodistas, 25% menos de productores, 25% menos de remises, 25% menos de empresas, 25% menos de comerciantes, 25% menos de policías, 25% menos de empleados estatales, 25% menos de empleados privados, 25% menos de producción local, porque la mayoría, en elecciones democráticas y absolutamente cristalinas, se ha definido esta instancia de gobierno que sabemos no defiende a los de abajo, o por lo menos no se preocupa por demostrarlo demasiado.

La regla nos da un mandato, debemos respetar la democracia, debemos defender cualquiera sea nuestro pensamiento político o posicionamiento ideológico, el cumplimiento de los mandatos constitucionales de nuestros gobernantes en todos sus estamentos, no tenemos  derecho nuevamente de hacer estallar una nación por diatribas sectoriales, creyendo equivocadamente que si el aumento viene para nuestro sector los problemas están solucionados.

La dirigencia política tiene su importante grado de responsabilidad en no discutir fundamento y seguir tapando agujeros, de una vez por todas quienes gobiernan deberán ser claros en sus mensajes ante sus gobernados, y afirmar o no claramente sobre las verdaderas causas de esta negación: realmente no hay plata o es una decisión política devenida en prioridades, en donde la educación, la salud o la seguridad pasan a ser cuestiones absolutamente triviales para la buena marcha de una sociedad en serio como la que deseamos todos.

Son tiempos de decisiones firmes, no hay lugar para escondidas, quienes tengan miedo de enfrentar la crisis desde un puesto político o desde una representación gremial y no estar a la altura de las circunstancias deberán dejar su posición. Se vienen tiempos de lucha franca y decisiva por el país que todos, los de buena leche queremos. Puede llegar a ser doloroso, como un parto, pero el llanto de un hijo dando la primera señal de vida sería  el bálsamo insustituible que esperamos en el medio de tanta hipocresía, mentira e intereses inconfesables.

 

Autor: Oscar Arnau