Aborto: religión, ciencia y política o el debate sobre la vida y la muerte. Por Antonio Calabrese

03-08-2018 Opinion

«A los legisladores les pregunto, ¿alguien cree con sinceridad que una ley que permita el aborto para proteger la vida de las mujeres puede fomentar el aumento de su práctica? ¿No es acaso suficiente lo traumático de esa instancia para desalentarlo?» 

En general, si se piensa de manera deductiva -partiendo de premisas científicas o estadísticas- y se encadenan argumentos racionales, es posible llegar a una afirmación al menos aproximadamente objetiva. Esto resulta más difícil cuando además involucramos a la religión y nuestras propias creencias para discutir esencialmente sobre la subjetividad.

Vida, ciencia, religión y muerte

Desde el punto de vista biológico, un embrión es condición necesaria pero no suficiente para la vida humana. Un ser humano se forma a partir de 3 elementos principales: el espermatozoide, el óvulo y el intercambio de nutrientes, anticuerpos y otros químicos a través de la placenta de la madre.

Por esta razón podemos decir que tras la fecundación del óvulo y la formación del embrión no existe ser humano sino un «proyecto» de ser humano, como bien lo explicó el Dr. Alberto Kornblihtt durante su exposición en la Cámara de Diputados de la Nación.

La vida existe ahí donde hay metabolismo y reproducción. Estos requisitos también son cumplidos por células como las del espermatozoide o las del óvulo. No es posible determinar científicamente a partir de cuándo existe «vida humana» ya que esta es una discusión de índole metafísico. Sólo podemos encontrar un acuerdo generalizado sobre la presencia de vida humana después del nacimiento, momento en el cual culmina la gestación.

La fecundación responde a un proceso probabilístico donde un espermatozoide logra fecundar el óvulo. De hecho, el objetivo de liberar millones de espermatozoide de una sóla vez radica en multiplicar las probabilidades de que al menos uno llegue a penetrar la membrana plasmática del óvulo. Quien crea que esto no responde a un fenómeno biológico-estadístico va a incurrir inmediatamente en lo religioso (“porque Dios lo dispuso así») y ahí es donde la discusión carece de racionalidad por naturaleza.

Según el anuario del Ministerio de Salud de la Nación (y replicado por el medio Chequeado.com que se encarga de ratificar ciertos datos que circulan por los distintos medios de información), en el año 2016 se publicó el  último dato oficial disponible sobre la muerte de 245 mujeres embarazadas por distintas causas. De este total, el 17,6% (alrededor de 43 defunciones) fueron muertes por un “embarazo terminado en aborto”. Estos datos nos dejan ver cómo el aborto es la principal causa individual de la mortalidad materna en nuestro país.

Prohibición, legalización y despenalización

Un argumento de quienes están a favor de la prohibición del aborto es indicar que se está a favor de «las 2 vidas». Esta afirmación carece de sentido al menos que también se entienda como incorrecto otros tipos de métodos anticonceptivos (preservativos, pastillas etc.). El planteo que hace este sector que se opone a la legalización  del aborto también  aplica para los embarazos en casos de violación: “¿Qué responsabilidad tiene el embrión?”. Nuevamente una contradicción de la discusión metafísica.

La diferencia entre un espermatozoide separado del óvulo y un óvulo fecundado  sólo es cuestión del éxito de la probabilidad sin presencia de desarrollo humano. La propuesta de despenalizar el aborto sólo evita la condena de la mujer víctima de la práctica. Esto no resuelve ni da responde a la demanda de quién realizará la operación. El rol del Estado debe ser el de educar sobre temas de sexualidad para evitar, por ejemplo, el embarazo adolescente, pero también de responder ante los derechos que las mujeres gestantes que no deseen hacerlo puedan elegir.

Es imprescindible entender que no legalizar la interrupción voluntaria del embarazo es obligar a una persona, específicamente a todas las mujeres que habitan el suelo Argentino, a aportar uno de los tres elementos principales de la formación de un ser humano. Es creer que como sociedad tenemos derecho a legislar y decidir sobre el cuerpo de una mujer.

A los legisladores les pregunto, ¿alguien cree con sinceridad que una ley que permita el aborto para proteger la vida de las mujeres puede fomentar el aumento de su práctica? ¿No es acaso suficiente lo traumático de esa instancia para desalentarlo?

Política de Salud Pública

Es posible establecer una serie de pasos previos al aborto donde se contiene a la persona que desea interrumpir el embarazo y dejar este para una última instancia. También es válido abrir la discusión sobre el tiempo de gestación hasta el cual se puede realizar el procedimiento. Sin embargo, legislar y legalizar el aborto debe ser una política de salud pública urgente ya que las mujeres siguen muriendo por abortos clandestinos. Aquellas personas que cuentan con recursos suficientes interrumpen su embarazo en lugares más seguros, pero las mujeres de sectores más vulnerables que eligen no continuar con la gestación son más propensas a infecciones y a la muerte.

Las contradicciones que la interrupción del desarrollo del embrión – y la interrupción de la formación de un nuevo Ser Humano- nos ocasionan como individuos, no puede ser el condicionante para legislar y decidir  sobre el cuerpo y la decisión de una mujer.

 

Por Antonio Calabrese – Agencia Paco Urondo

Autor: Oscar Arnau