“Cuestiona tus pensamientos, la realidad siempre suele ser más amable”
El estrés es una vivencia que los humanos compartimos con los animales, en el caso de los humanos es el origen de muchas enfermedades pero para los animales el estrés es un mecanismo que se activa para salvar sus vidas.
Imaginate una manada de cebras en la sabana africana, en un día soleado y con una temperatura suave, el pasto es tierno y abundante para este grupo de cebras, hay calma y pastan cada una en su espacio.
Las cebras más pequeñas comen cerca de sus madres. De repente un sonido altera la paz del momento y algunas cebras dejan de comer, levantan la cabeza , tensan su musculatura, y con las orejas en punta y los ojos enfocados recorren el espacio alrededor y tratan de investigar que ocurre, después de unos minutos de inspección, comprueban que los sonidos son estables, el viento murmura entre los árboles y los olores descartan presencia amenazadora, todo está tranquilo y de nuevo se relajan y continúan pastando como el resto de la manada.
Pero momentos después algunas cebras vuelven a percibir un cambio en el ambiente sonoro, tensan sus músculos, levantan la cabeza y dirigen su atención en dirección a los sonidos, enseguida advierten un movimiento violento en la vegetación y ven asomar un león que avanza con rapidez hacia la manada, otras cebras advierten en otra dirección a otro león viniendo hacia ellas.
En ese momento, el organismo de las cebras se altera y se suspenden todas las actividades que no tengan que ver con salvar sus vidas, la función digestiva que estaba muy activa hasta entonces, se paraliza, mientras que toda la musculatura de las extremidades se tensan, inicia el galope y la huida en pocos segundos, la sangre es bombeada a toda esa musculatura en pleno rendimiento y la respiración se acelera para oxigenar todos los sistemas y tener mayor rendimiento.
Los leones se centran en la persecución de una cebra que avanza a menor velocidad porque tiene herida una de sus patas, al poco tiempo le dan alcance y culmina la caza.
El resto de las cebras ya está a gran distancia y continúan su huida durante unos minutos hasta que llegan a una zona en la que pueden vigilar e ir parando, todavía están nerviosas, por un tiempo se mantienen alerta y comprueban que sus perseguidores ya no las siguen, que no hay peligro en ese lugar. Para las cebras el episodio del estrés; culmina aquí.
En la sabana vuelve a reinar la calma, el tiempo es estable y la vegetación es abundante. Las cebras continúan pastando, poco a poco algunas se tumban para descansar y digerir el alimento.
Ahora imaginate que en lugar de cebras, la manada fuera de humanos. ¿Crees que el episodio terminaría aquí?.
Yo creo que no. Lo que sucedería es que algun@s podrían continuar corriendo manteniendo la creencia de que el peligro continúa, que el león sigue su persecución, otros permanecerían enganchados en ideas de culpa por no haber ayudado a su compañer@, pensando por ejemplo: «cómo pudo suceder»; «porque murió ella y no yo». En otras personas podría surgir el temor de que vuelva a repetirse el ataque y llegar a la conclusión de que el mundo dejó de ser un lugar seguro. Por lo tanto el sistema de lucha o huida se mantendría alerta, semanas después del ataque del león.
Esto parece un chiste, pero es lo que hacemos a diario. Pensamos tanto en un hecho pasado, lo proyectamos una y otra vez en nuestra mente que nuestra alarma nunca se apaga. El cuerpo mantiene los músculos tensos y la sangre bombeando a toda velocidad para que podamos escapar, pero en realidad no lo necesitamos y la consecuencia es el deterioro de nuestro cuerpo.
Esta actividad del cerebro humano para entrar en modo rumiación y obsesionarnos con pensamientos inútiles, es la que hace la diferencia en el manejo del estrés, entre los animales y nosotros.
Los animales viven el estrés positivo, el estrés que está al servicio de la supervivencia, pero las personas luego del detonante del estrés, que justamente no es un ataque de un león, es un compañero de trabajo, es una persona que habla de manera despectiva y lo tomamos personal, es un familiar que hace algo que no nos gusta, lo que hacemos es ponemos a darle vuelta al asunto, haciendo uso y abuso de nuestra imaginación, alimentando la sensación de peligro o rumiaciones que mantiene el sistema de alarma (estrés) activado.
Las cebras no tienen úlceras ni enferman por estrés como nosotros porque su estrés no se mantiene en el tiempo, no se cronifica como en nuestro caso. Nosotros deterioramos el cuerpo con tanto pensamiento sobre esa situación estresante, enfermando nuestro sistema digestivo, muscular, óseo, inmune, nos atacamos a nosotros mismos.
Por eso es importante aprender a afrontar el estrés para que este sistema diseñado para salvar la vida no sea nuestro enemigo.
Esto es urgente porque aproximadamente el 77% de las personas que tienen un empleo sufren a causa del estrés, y así es muy difícil ser productivo y perseguir un sueño. Nuestras relaciones laborales y personales necesitan ser sanas y constructivas y para eso debemos liberarnos de los fantasmas mentales que nos generan tanta carga y malestar.
Voy a proponerte un ejercicio, vamos a intentar “salir de la caja”, el siguiente ejercicio es parte de un método muy efectivo que aplico en mis consultas, inspirado en la autora Byron Kate, se trata, en primer lugar, de poner en palabras lo que te estresa, cuando tenemos claridad sobre «nuestro león» o pensamiento agobiante, podemos ver si necesitamos continuar corriendo o parar porque quizás “ese león” ya no nos persigue.
Entonces; por ejemplo si tu estresor es «mi suegra no me valora» o «en el trabajo nadie me escucha» o “es dificil tal o cual situación” ya está puesto en palabras y podemos trabajarlo, podés escribir todos los estresores que quieras para luego trabajar de a uno.
Ahora te invito a preguntarte: ¿Es verdad?.
¿Esta historia que me estoy contando es cierta?
Y nuevamente, con total sinceridad, volvé a indagar y a pensar si tenés certeza absoluta sobre ese pensamiento. La respuesta debe ser «si» o «no». Es importante tener pruebas sobre ese hecho que está en tu mente.
Muy bien…
Para continuar vas a pensar como te hace sentir ese pensamiento, quién sos cuando pensas, lo que pensas, sobre esa situación.
¿Qué persona sos cuando pensás eso? Por ejemplo: «Me pongo nerviosa cada vez que veo a mi suegra», «me hace doler la cabeza», «me pongo tensa con mi pareja», «no quiero compartir nada con ella», “cuando pienso que mis compañero no me escuchan, me pongo tensa y no hablo”.
Ahora; sin que renuncies a ese pensamiento, simplemente permitite pensar en quién serías sin ese pensamiento. ¿Qué personas serías si estarías libre de ese pensamiento? ¿Que compañera, que madre, que hija?
¿Quizás la vida sería más fácil y estarías en paz, relajada y felíz?.
Tomate unos segundos sólo para imaginarlo.
Ahora si llegaste hasta acá, no crees que sin ese pensamiento que te estresa tanto, que te hace ser una persona que no deseas ser, podrías vivir una mejor vida?.
Porque en definitiva no siempre tenemos la certeza de que eso sea así.
A veces las personas no nos comportamos cómo se espera, hacemos cosas que hieren a los demás, podemos llegar a tener conductas de completos imbéciles pero esa conducta no nos convierte en eso. El problema es dejar que la conducta de los demás dominen nuestra vida, verdad?
Lo cierto es que yo practico dudar de mis propios pensamientos negativos y eso me permitió vivir más relajada y confiada, aprendí a elegir tener pensamientos que me hagan avanzar y no que me tiren para atrás.
Vos también podés. No digo que sea fácil, pero te aseguro que es un trabajo que vale la pena entrenarte en dominar tus pensamientos. Tu paz, tu bienestar, tu salud física y mental están en juego.
Pasar por estos filtros tus pensamientos es una DECISIÓN, es tu decisión continuar pensando algo que sólo existe en la mente, o comenzar a vivir en tu presente y disfrutar más de la vida, cómo lo hacen las cebras.
La única persona responsable de su bienestar sos vos, no te parece?
Recordá esta frase:
«La realidad siempre es más amable de lo que creemos» Byron Katie
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Vamos a crecer junt@s.