EDUARDO… Por Diego Salomón

05-10-2021 Opinion

Eduardo Viana nació el 4 de marzo de 1958 en nuestra ciudad.

Es muy difícil hacer una reseña que le haga justicia, porque hizo tantas cosas que es imposible sintetizarlas.  En toda su vida no paró de trabajar, producir y generar.

Eduardo fue un gran músico, un militante de toda la vida, un funcionario excelente y por sobre todas las cosas fue un gran ser humano. Fue una de esas personas que dejan huella, que cuando se van dejan un vacío grande.

Eduardo Músico

Como músico, su obra habla por sí sola. Dedicó su vida a crear, ejecutar y promover música que será recordada por todos.  Desde muy chico empezó a regalar acordes, melodías y canciones. Compartió grupos musicales de diversos géneros como Vizupo, Las Voces del Litoral, Azabache, Zonda, Vieja Lavanda, Gaby con Estilo, Trío del Ayer. Y quizás lo más recordado por todos los chajarienses, Salamandra y Sol Americano.

Su presencia en la memoria colectiva aparece desde muchísimas fuentes. Hacía muy pocas cosas solo. Lo colectivo fue esencial en su vida.

Los chajarienses disfrutaron la música de Eduardo en bailes, festivales, iglesias, escuelas, eventos oficiales, radios, teatros, publicidades, clubes, plazas, fiestas, carnavales, en muchos asados e incluso en redes sociales.

Durante décadas tocó en las orquestas que hicieron bailar, divertir y enamorar a los chajarienses. Tocaba el piano en las iglesias en casamientos y otros eventos. Dirigió el coro de la Iglesia María Auxiliadora. Acompañó con su música a incontables artistas en los más diversos escenarios y géneros. También colaboró con músicos y cantantes grabando pistas, haciendo ediciones de sonido, ecualizaciones, mezclas, arreglos de canciones, producciones y videos. Siempre con el mismo interés, voluntad y profesionalismo. Compuso e interpretó las canciones más recordadas del carnaval de nuestra ciudad. Llevó adelante un estudio de grabación local, en el que muchos tuvieron su única oportunidad de registrar su trabajo. Hizo Jingles publicitarios. Fue profesor de música en escuelas secundarias de Mocoretá y el Instituto Marista. También enseñó piano y teclado en forma particular.

Nunca menospreció a ninguna expresión cultural. Tampoco a ninguna persona. La cultura de nuestra ciudad, la región y la provincia no tenía secretos para Eduardo. Conocía a todos y casi todo lo que se hacía. Supo tejer una amplia red de contactos y amistades en todas las ramas de las artes y la cultura. Tanto entre artistas como gestores culturales.

Eduardo funcionario

Como funcionario, su gestión el frente de la Dirección de Cultura  de Chajarí, quedó para siempre en la memoria colectiva.  Muy valorada por propios y extraños, más allá de su pertenencia partidaria.

Una de las cosas que distinguió su paso por la función pública, fue su capacidad de armar verdaderos equipos de trabajo con las personas disponibles, sin elegir.  Muy querido por todo el personal.  No necesitaba imponerse, ejercía un liderazgo natural, logrando que todos tiren para el mismo lado, y sobre todo sacaba la mejor versión de cada uno. También estaba atento a la situación particular de cada uno, con discreción y don de gente.

Gestionó con un sentido inclusivo, integrador y abierto, mostrando una capacidad de trabajo muy grande.  Cuando empezó no había casi nada. Comenzó su gestión en la escalera del edificio municipal. Luego pasó a un depósito en la Estación del Ferrocarril, mientras se comenzó a gestionar la construcción de hermoso Centro Cultural que los chajarienses tenemos hoy. Con mucho esfuerzo, viajes y trabajo, se logró obtener los recursos necesarios y se organizó la construcción en etapas.  Cuando estuvo disponible, Eduardo abrió a todo el pueblo las puertas de ese lugar.  Brindó un espacio a todos los que tenían inquietudes artísticas y se acercaban.

Eligió traer a Chajarí expresiones artísticas de una calidad superlativa, brindando acceso para todos, que solo estaban disponibles en ciudades grandes para públicos selectos.

Demostró que el dinero que el estado pone en la cultura no es un gasto, sino una inversión.

Impulsó la escritura y la lectura,  editando muchos libros de autores locales.  Además de ampliar y promover el Museo Regional Camila Quiroga.

Puso a Chajarí en el mapa cultural provincial y nacional con la Feria Regional del Libro y otras actividades culturales. Creó el modelo de gestión de la feria, en el cual el estado ponía los recursos, pero la comunidad a través de la conformación de una comisión sin exclusiones, proponía y decidía el rumbo del evento.  Ese modelo de gestión con el tiempo ganó un premio nacional otorgado por el Senado de la Nación.

Siempre tuvo un especial interés en valorizar la tarea del músico, respetando con dedicación, tanto las necesidades técnicas como el pago equitativo a cada artista, en la medida de sus posibilidades y sin menospreciar a nadie. Lo mismo con los sonidistas. Siempre cuidó de repartir el trabajo disponible y pagar con la mayor justicia posible.

Llevó adelante una enorme cantidad de talleres culturales con amplia cobertura barrial, dando oportunidad a todos los chajarienses de desarrollar una disciplina artística o capacitación laboral, sin importar su capacidad económica o el lugar donde viva. Miles de niños, niñas y jóvenes pasaron por sus talleres. Incluso llegó a traer a profesores de otras ciudades para que puedan dar clases de instrumentos menos tradicionales.

Promovió al Ballet Municipal de Chajarí, haciendo un trabajo territorial profundo, que llegó a ganar múltiples premios nacionales y provinciales. También los coros municipales tuvieron la mejor calidad y un destacado lugar.

Su gestión fue valorada por los chajarienses, por eso fue elegido por voluntad popular para integrar el Honorable Concejo Deliberante, tarea que llevó adelante con un enorme compromiso y dedicación.

También su gestión fue valorada a nivel provincial, por eso fue convocado para estar al frente de la Subsecretaría de Políticas Culturales de la Provincia.

Muchas veces se asocia la política con deshonestidad, acomodo y mala fe.  Eduardo fue una de esas personas que demostró que se puede ser político y funcionario honesto, ético, bienintencionado y eficiente.

Para ser justos con su historia, también hay que destacar al Eduardo militante.  Participó con un enorme compromiso y disciplina en política partidaria y gremial, durante años y años.  Incontables viajes, reuniones, actividades barriales, campañas, caminatas, elecciones  y nunca aflojaba, enfermo o sano, ocupado o libre, con y sin cargo, ganando y perdiendo, siempre estaba, siempre se movía, siempre laburaba en igualdad de condiciones al resto de los compañeros, codo a codo.

Poseedor de una ética inquebrantable, no permitía que se supieran sus actitudes solidarias, ni las ayudas que brindó a muchísima gente que lo necesitaba. No le gustaba figurar, no le gustaban los elogios públicos, era coherente entre su forma de pensar y sus actos, siempre trabajó por lxs desposeídxs, por lxs excluidxs y por lxs que necesitan una mano. Peleaba siempre contra el individualismo y la cultura del no te metas. Además tenía un profundo sentido latinoamericano, amaba la patria grande.

Eduardo supo ganarse el reconocimiento y el respeto de su ciudad.

 

 

Autor: Oscar Arnau