En el mundo hay 46,8 millones de personas que padecen demencia y entre el 60% y 70% de esos casos corresponden a Alzheimer. Se estima que para el año 2050 el número ascienda a 131.5 millones de personas con este trastorno.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), realizó en 2015 su Primera Conferencia Ministerial de la OMS sobre la Acción Mundial contra la Demencia y cada 21 de septiembre se recuerda como el Día Mundial del Alzheimer.
En este marco, el programa radial Tal Cual que se emite por Radio Libertad dialogó con el médico neurólogo, Gastón Roude, quien es chajariense pero vive y ejerce su labor en la capital provincial.
“Hay factores de riesgo ante esta enfermedad como el tabaquismo, la obesidad, la falta de actividad; pero la edad no es un factor, nadie tiene demencia por ser viejo, pero si cuanto más edad tenes más probabilidad hay. Y ejemplificó que en una propalación de 80 años hay un 40 por ciento que padecen la enfermedad, mientras que en una población de la 60 años la cifra alcanza solo el 10 por ciento”, detalló el profesional médico.
El entrevistado remarcó que en las personas entre 45 y 50 años puede comenzar a detectarse la enfermedad, pero son los menores casos; lo que si hay “un predomino masculino y crece como crece la edad; la mujer suele vivir más que el hombre por lo que cuanto más sube la edad más mujeres hay pero si comparamos las mismas edades hay una pequeña preponderancia de la enfermedad en el hombre”.
La misma no es necesariamente genética, “el hijo de un paciente que tiene Alzheimer tiene un 10 por ciento de probabilidad mayor a tener la enfermedad por eso hay que tratar de no caer en el consumo de lo que se considera factores de riesgo”, precisó el neurólogo.
Por otra parte, uno de los mitos a derribar tiene que ver con que la pérdida de memoria es igual al Alzheimer, “existe en las personas mayores el olvido benigno, que es algo propio, normal en personas de 60 años en más; pero no es que por bajar la memoria puedo tener Alzheimer. Le tengo más miedo a las personas que presentan alteraciones en el comportamiento, ya que es un síntoma más equivalente con la enfermedad”, aseguró Rouder.
Como así también la vieja idea de que “al abuelo hay que aislarlo para que no moleste o porque representa un peligro cuando tienen una enfermedad como el Alzheimer, pero hoy se ha comprobado que cuanto más lo aíslan más rápidamente se acelera el proceso”, puntualizó.
Esta enfermedad no tiene cura, si tiene tratamientos que retrasan sus avances. “En el Alzheimer se trabaja más con la familia que con el paciente porque es una enfermedad familiar; ya que cuando comienza a detectarse el paciente necesita pasar una cuenta, dejar un negocio a alguien, cambiar ámbitos y se debe preparar a la familia para esos cambios que serán inminentes”, concluyó el profesional.
