Carlos Aníbal Maidana, alias Chiyo, cumplía una condena de 17 años por homicidio simple en la cárcel de Gualeguay. Maidana y Rodolfo Bordón fueron detenidos en 2008 y acusados por el crimen de un hombre de 66 años a quien golpearon salvajemente con puñetazos, patadas y palos y también lo abusaron sexualmente.
En una primera declaración, Maidana admitió haber cometido el crimen, pero luego revirtió su versión y negó su participación. De todas maneras, Maidana y Bordón fueron condenados a prisión perpetua en el año 2011.
Sin embargo, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) anuló la sentencia por considerar que no correspondía que se les aplicara la máxima pena, porque el abuso sexual era una más de las formas de violencia ejercidas contra la víctima para matarla; y ordenó que se sustanciara un nuevo debate. Entonces, se sometieron a un juicio abreviado, admitieron el crimen y fueron condenados, Maidana a 17 años de prisión –se le sumó también otra condena anterior por una tentativa de homicidio– y Bordón a 15 años.
Una medida excepcional
La detención de personas en comisarías y sedes policiales debe ser una excepción. Así lo tiene dicho el Superior Tribunal de Justicia (STJ), los tribunales nacionales y también los organismos internacionales.
De hecho, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le pidió el año pasado a la Argentina que implemente “un plan de contingencia inmediato” para reducir la duración de la permanencia de detenidos en esas instalaciones y tome medidas inmediatas para reducir el hacinamiento.
“Nadie deber estar en comisarías, a no ser por 24 o 48 horas”, dijo hace apenas un mes el presidente del organismo, James Cavallaro.
En este caso, el alojamiento de Carlos Sebastián Cáceres y Carlos Aníbal Maidana se presentó como una excepcionalidad para cumplir con una medida de acercamiento, ante la imposibilidad de sus familiares de visitarlos en sus lugares de detención.
Recordemos que ayer la Policía desplegó un amplio operativo en toda la ciudad y uno de ellos, Cáceres, fue recapturado en horas de la tarde, deambulando sin rumbo por el barrio Sin Ley, alejado del centro de la ciudad
