Como cada mañana, la del martes 23 de abril, Asdrúbal Moreyra llevaba desde Santa Ana hasta Chajarí a su esposa, Laura Baldesari, a su trabajo de enfermera en el Hospital Santa Rosa.
A las cinco y media de la mañana, estaba oscuro y con niebla. Un tractor iba en el mismo sentido. Asdrúbal lo vio un instante antes de embestirlo, cuando la luz de un reflector lo encandiló.
Hoy, todavía muy dolorido por los fuertes golpes, camina con mucha dificultad, en su casa. Laura, en gravísimo estado, lucha por su vida en Concordia.
El tractor circulaba indebidamente por la calzada. El conductor, Rubén Tisocco, luego del choque, huyó. No soy abogado pero parece obvio que esta persona cometió (por lo menos) una infracción al conducir por la ruta y no por la banquina. Y un delito: abandono de personas.
Seguramente hay otras responsabilidades, además de la de Tisocco. Yo transito ese camino casi a diario. El andar de los tractores (y otras maquinarias de uso rural) por la cinta asfáltica es “normal”. Alguno baja a la banquina cuando ve que un auto viene y vuelve al pavimento, luego. No he visto controles. Cuando oscurece se ve que tienen una o dos luces adelante y un reflector atrás, que es encendido cuando otro vehículo se acerca, encandilando al conductor, cosa que le sucedió a Moreyra.
El pésimo estado de la Ruta Provincial N°2, poceada, sin marcar, sin iluminar, también tiene su parte de compromiso.
Hay una publicidad de una organización que lucha contra este tipo de incidentes que dice SI SE PUEDE EVITAR, NO ES UN ACCIDENTE. Lo que les pasó a Asdrúbal y a Laura pudo evitarse. No fue un accidente.
Marcelo Carranza, 28 de abril de 2024.-
